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Otín, más que un ejemplo

EN POCAS PALABRAS ·

Domingo, 28 de agosto 2022, 03:23

Asturias reconocerá a Carlos López Otín como su Hijo Adoptivo. A estas alturas, bien podría ser predilecto. Por más aragonés que naciera, no solo se ha pasado más de media vida en la Universidad de Oviedo. A diferencia que otros, eligió quedarse antes que emigrar a laboratorios con más dinero y menos dificultades. Ello no le impidió escribir una de las trayectorias más brillantes de la ciencia española durante las últimas décadas. Al anunciar el reconocimiento, el presidente del Principado le definió como «una figura histórica». En esta ocasión, las palabras no cayeron con demasiada holgura sobre el destinatario. Son ciertas. Ese es el papel que López Otín se ha ganado con años de investigación y magisterio. La verdadera dimensión de los grandes científicos se establece con el paso del tiempo. Por eso y no porque aún siga empeñado en robarle horas al día para trabajar, el legado de López Otín se verá mejor en el futuro.

Los años también borrarán las mezquindades que le han quitado el sueño últimamente. Aunque será difícil restañar sus heridas, los ataques que ha sufrido no llegarán más allá de la anécdota cuando se escriba la historia excepto por las consecuencias del daño personal que le han infligido. Otín ha sido víctima de un momento y de un entorno muy determinados. Una caza de brujas en la ciencia en la que su figura cotizaba tanto como su valía. Y una Universidad en plena transformación en el que la ciencia del mañana convive con los antiguos clanes. La carrera de Carlos López Otín está por encima de ambas cuestiones, como ha quedado acreditado. Lo más lamentable ha sido el peaje que ha pagado. Tal vez otro hubiera dejado correr el agua hasta que todos pudieran comprobar que a su paso no dejaba más que fango inútil. Pero resulta difícil pedírselo a quien ha encontrado el sentido de su vida en su trabajo. Eso hizo que el golpe fuera tan duro como necesaria la reparación. Aunque si nos quedamos en el simple reconocimiento de los méritos, nos estaríamos equivocando. En esta región, a veces tendente a admirar lo ajeno e infravalorar lo propio, no andamos sobrados de científicos de su valía. Otín ha demostrado que a veces nuestros imposibles no son más que mitos o excusas. Por eso Asturias le necesita. No solo para ondear la bandera de su ejemplo. Para buscar, tras su estela, el camino del futuro.

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