Adictiva inmersión en los infiernos
Si Gustav Möller deslumbró con su debut 'The Guilty', en este segundo largometraje que presenta en Gijón da una vuelta más de tuerca a su ... prodigiosa facultad para atraparnos en una trama de inesperados giros y a la vez profundizar en la intrincada psicología de los personajes. En este caso poniendo el foco y la cámara en la protagonista, Eva Hansen, una funcionaria de prisiones a la que se nos presenta desempeñando su profesión con idealismo vocacional, una mujer agradable para internos y compañeros, pero que se sienta sola en el comedor. La máquina del thriller se pondrá en marcha con la llegada de un recluso que parece remover sombras del pasado de Eva y Möller aplica todo su talento en ir desvelando el motivo, a la vez que impulsa la radical evolución del personaje principal (soberbiamente encarnado por Sidse Babett Knudsen, 'Morgen') hacia el interior más oscuro que ha despertado la presencia de Mikkel, el nuevo interno.
La cámara sigue a Eva en todo ese descenso a los infiernos, subrayando la atmósfera opresiva y la de su dilema entre los límites de la moral y del sistema, y su deseo de venganza. En esa cercanía veremos cómo alivia su dolor trasfiriendolo a Mikkel (un convincente monstruo al que da vida Sebastian Bull) y cómo su pérdida de control cambia las tornas. El giro final plantea una inquietante redención de la protagonista, acorde con el retrato despiadado que esboza el filme de la compleja condición humana (ninguno de los personajes aquí es de una pieza) y del mal: en el crimen, pero también en los abusos carcelarios o en el hogar familiar. Otro adictivo logro de Möller.
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