Pensamiento 'pack'
La política y los medios levantan mapas ideológicos que, estableciendo rígidas fronteras entre distintos valores, dibujan un territorio fácilmente reconocible por un público de pensamiento perezoso
Resulta que también los argumentos se compran. Imaginemos una reunión en torno a una cerveza en la que se habla de por qué España no ... pasó a la final de la Eurocopa o de a qué se ha debido la última remodelación de Gobierno o sobre las causas de la 'ola joven'. Se trata de una conversación civilizada e, incluso, amable. Entonces, alguien dice: «Te lo compro». Lo que compra es el argumento ajeno. Le ha convencido y lo hace tan propio que, habiendo venido de otro, dice que lo compra.
La frase resulta muy reveladora, pues con los argumentos parece que pasa algo muy parecido a lo que puede suceder con una prenda de vestir o con un artilugio tecnológico. Que se pueden comprar. Resulta que el intercambio de ideas guarda muchos parecidos con comprar y vender. Uno muy concreto al que me quiero referir es que, cuando aceptamos un argumento, nos sentimos inclinados a comprar un 'pack' al que ese argumento parece ir asociado necesariamente. De igual modo que una agencia de viajes nos puede ofrecer un 'pack' que incluye avión, hotel, restaurantes y visitas guiadas, el mercado ideológico nos ofrece también paquetes de ideas. Si eres progresista, seguramente has comprado un paquete que incluye como valores el cuidado del medio ambiente, una gran sensibilidad por los derechos sociales, y un profundo sentido de la igualdad entre hombres y mujeres. Si realmente te sientes progresista, considerarás además que la orientación y la identidad sexual representan importantes motivos de discriminación, que el lenguaje puede resultar fácilmente ofensivo, que no hay que poner coto a la inmigración y seguramente también desconfiarás de las grandes compañías. Ser vegano puede que también te parezca un avance. Si eres conservador, entenderás que la ahora llamada familia tradicional representa un gran bien para la sociedad, quizá también seas una persona muy religiosa, estarás en contra del aborto, es posible que el cambio climático no te lo acabes de creer, serás firme partidario de la libertad de mercado y te parecerá excesivo el número de inmigrantes que entran en tu país. Además, considerarás que la unidad de España representa un valor moral incuestionable y que tener armas en casa no es mala idea. Quizá también consideres la fiesta taurina parte importante del patrimonio nacional.
Por supuesto, no todo el mundo compra íntegramente alguno de los dos paquetes de ideas que he descrito. Existen unos cuantos 'packs' más, en los que se mezclan de otra forma esos valores, y en el que se añaden otros o se quita alguno. En todo caso, los paquetes valorativos se alinean en torno a unas pocas cuestiones o ejes que, más o menos, pueden ser los siguientes: el eje religioso, el de la familia y la sexualidad, el del género, el del territorio y la nación, el eje social relativo a la distribución de la riqueza, el del medio ambiente y el eje de las minorías. Me salen siete. No sé si abarca todos, pero es un número con pedigrí.
Con estos ejes se construyen unos cuantos 'packs' de valores en torno a los que organizamos las creencias con las que nos movemos por el mundo. Tengo la impresión de que, en términos sociológicos, no circulan muchos paquetes de ideas. Quizá sólo media docena. Y, sobre todo, ocurre que tendemos a pensar que hay combinaciones imposibles o antinatura; algo así como la que señaló el irrepetible Carantoña a propósito del paso de Paco Umbral por el diario ABC.
La existencia de 'combinaciones imposibles' de valores seguramente tiene mucho que ver con la política, con los medios de comunicación y con la industria del entretenimiento. Los dos primeros necesitan estructurar su marca para conseguir votantes o público, de modo que proceden a levantar mapas ideológicos que, estableciendo rígidas fronteras entre distintos valores, dibujan un territorio fácilmente reconocible por un público de pensamiento perezoso. La industria del entretenimiento (películas, series, novelas) es la que hace que los 'packs' cristalicen definitivamente y los deja herméticamente cerrados.
Que compremos los valores empaquetados por grupos y que estos paquetes definan una posición determinada en el espectro ideológico y valorativo tiene, al menos, dos inconvenientes. El primero es que nos sentimos en la obligación de comprar paquetes, en vez de valores sueltos, de modo que, si consideramos que determinado valor pertenece a algún 'pack' con el que no nos identificamos, lo rechazamos sin pensarlo más. El otro inconveniente, muy relacionado con el anterior, es que en vez de escuchar las razones de los demás en un determinado asunto, procedemos a su etiquetado ideológico y nos cerramos a cualquier posibilidad de diálogo. Como no estamos por la labor de cambiar de 'pack' ideológico, no aceptamos ningún elemento de los paquetes que rechazamos.
El 'pensamiento pack' es seguramente una de las razones latentes en la crispación y polarización política de la que no parece haber forma de salir. En la medida en que poseemos más libertad de pensamiento y nuestra necesidad de certezas es menos acuciante, resulta más probable que los valores que suscribimos resulten más transversales, más porosos, menos sujetos a la segmentación ideológica y que, a la postre, la sociedad sea realmente más abierta y dialogante.
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