Hacer un puzle no es colocar una pieza sino encajarlas todas

Recordamos que el tramo obra Lloreda-Veriña se adjudicó en 2017. Consistía en la duplicación de la actual carretera GJ-10, en el tramo comprendido entre el enlace de Lloreda y el semienlace de Veriña, con objeto de dotarla de características de autovía. La longitud del tramo era de 3,46 km y acababa tras segregarse el trozo final, que llegaba hasta el Enlace del Empalme, donde se iniciaba el vial de Aboño que no es objeto de esta fase. En él, además de las obras de duplicación de la carretera GJ-10, también se incluía:

-La remodelación del enlace de Lloreda, que sirve de conexión con la autovía A-8 y con la GJ-81 de acceso Sur a Gijón.

-La remodelación del enlace de La Peñona, que servirá para conectar los futuros accesos al puerto por Jove y la ZALIA, además de permitir el acceso a la red viaria local.

-La construcción de un semienlace de conexión final en la glorieta de Veriña.

La obra empezó mal pues el contratista (como era de prever, pues se la adjudicó con una baja imposible de cumplir para cualquier mente normal) prácticamente no la inició, dedicándose a la vez a plantear contenciosos varios, por lo que los trabajos se interrumpieron a principios de 2018, aunque el ministerio no tuvo prisa en rescindir el contrato, lo que se realizó en 2020.

Con la misma parsimonia se adjudicó la redacción del proyecto de terminación de lo rescindido, denominado «proyecto de trazado y construcción de la Autovía de acceso al Puerto del Musel. Tramo: Enlace de Lloreda, A-8, P.K. 383 al Semienlace de Veriña, GJ-10, P.K.3+350, en Gijón, provincia de Asturias». El importe de adjudicación del contrato asciende a 1,27 millones de euros. Ese es el paso previo a la licitación de la nueva obra. El proyecto va tranquilo (solo se ejecutó un 4%), aunque oficialmente se prevé tenerlo terminado en el primer trimestre de 2023.

Coherentemente, la obra tiene reservada una partida de 500.000 euros para el próximo año, lo que hace prever que no existe una excesiva confianza en que se licite en él.

Es cierto que la obra es más sencilla que el vial de Jove y también más barata aunque de coste no despreciable, pues en 2017 se lícito por 56 M€ (con la baja quedó en 33 lo que estuvo en la base de la rescisión), y ahora lógicamente aumentará. Técnicamente es un desdoblamiento relativamente sencillo, sin grandes puentes y con un enlace más o menos complejo, pero con elementos también convencionales. Su dificultad principal está en el tráfico existente y en las interferencias con los colindantes, pues discurre encajonado entre naves en una zona industrial, lo que condicionará su ritmo. Por ello no hay que olvidar que llevará su tiempo.

Estamos seguros de que el MITMA tendrá una estrategia que una a estas dos obras indisolubles para acompasarlas, pues, si no, nada es inteligible, dado que sin el tramo Lloreda-Semienlace de Veriña y la conexión a través de la Peñona, es totalmente inútil el mencionado vial de Jove, pues la actual carretera desde Lloreda hasta Veriña (de dos carriles) no soportará el tráfico que recibirá a más y estará perpetuamente atascada, por lo que los camiones volverán a la avenida del Príncipe de Asturias y, en consecuencia, ella no podrá ser convertida en una vía urbana, a la vez que el vial de Jove tendrá que quedar desconectado de la Autopista A-8 hasta que se acabe el tramo de conexión.

Por eso sorprende que se organice esta movida sin preguntar acerca de cómo está programada y organizada toda la estrategia para que las dos obras se acaben a la vez.

La alternativa de que los responsables asturianos no sepan cómo funciona la red de carreteras de Asturias nos parece impensable.

Si así fuera sería aún peor.

Para terminar, describimos el escenario planificado al inicio, que llevaba el tramo que hace de asta del peine hasta El Empalme, desde donde salía el Vial de Aboño que daba acceso a la ampliación del puerto de El Musel. Los otros dos ramales salen, como ya dijimos, desde del Enlace de la Peñona: uno va a la ZALIA y otro es el Vial de Jove.

La misión fue objeto de un convenio entre el Gobierno de España, el Principado, el Ayuntamiento de Gijón y la Autoridad Portuaria de Gijón. El Gobierno asumía el coste de Lloreda-El Empalme y del 50% del Vial de Jove, y la Autoridad Portuaria de la otra mitad. El Vial de Aboño, que daba otra salida a la ampliación del Puerto y a la industria del valle de Aboño, era en todas sus fases, desde el estudio informativo y su información pública, hasta la construcción, de responsabilidad asturiana, con una gran implicación económica de la Autoridad Portuaria.

Posteriormente esa Autoridad planteó reiteradamente sus dificultades financieras para aportar su parte del vial de Jove, por lo que en 2017 el hoy MITMA decidió asumir su coste total.

La parte Asturiana decidió no abordar el vial de Aboño, por lo que ni avanzó en los trámites administrativos, por lo que desapareció el mismo del escenario, tras confiarse toda la accesibilidad del puerto únicamente al Vial de Jove. Coherentemente, el ministerio redujo la longitud del tramo transversal desde el Empalme hasta el semienlace de Veriña, pues sin el mencionado Vial de Aboño el último tramo no tiene ningún sentido.