Borrar

Anda la gente mosqueada con Trump, entre otras cosas, por su empeño en cambiar el nombre al espacio que rodean las costas de EEUU y ... Méjico. Será esta vez, pero no le falta razón, sabe de qué habla, ¿quién conoce mejor a uno mismo?. No es la primera vez que el personaje da nombre geográfico: Colón en Colombia, Américo Vespucio en América, Felipe II en Filipinas, Magallanes en el Estrecho, Juárez en su ciudad...; él propone-impone–en su caso, sinónimos– cambiar Golfo de Méjico por 'El Golfo de América'. Evita nombre y apellido, 'El Golfo de Donald' suena a parque temático, a Disneylandia, 'El Golfo de Trump' a night club o club de carretera; prefiere legar a la posteridad un rasgo biográfico definitorio: El Golfo de América, sin más; habrá otros, pero del 'number one' tiene el copyright. El poder engorda la vanidad, el líder busca la gloria, perpetuarse; de ahí que unos levantan arcos de triunfo, otros pirámides funerarias, éste un palacio, aquel un museo… Trump elige algo natural, como él. La propuesta suele hacerla algún pelotillero o 'lame traserillos', Trump decide por sí mismo evitando que el viento borre su sello –la silueta es difícil– y se olvide su irrepetible aportación al mundo y la historia.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio Golfo de América