El patrón del Bribón
Imagine que un jefe del Estado echa horas como intermediario, patea la senda de los elefantes afilando colmillos, regatea pasta a Hacienda y moraliza haciendo ... lo contrario; imagine falsa la postal navideña de Familia Real y real la sacada por el nene de la amante bandido al majo desnudo en su tour mundial por ochenta camas; suponga que quien encarna la institución simbólica de país democrático se retira a otro donde los derechos humanos son lujo y redacta sus memorias a base de olvidos y silencios y habrá pintado la realidad de la realeza, realidad que supera la ficción soñada del enemigo.
Hoy salda la deuda con colegas que le permitieron salvar cuentas pendientes gracias a un misterioso dinero procedente de Abu Dabi que, imagino, fruto del sudor de tan productiva actividad, del interés mediático por una vida ejemplar o del master ilustrado impartido a las monarquías del Golfo. Agradecemos su generosa propina tras financiar la salsa rosa del real desaguisado, por haberlo convertido en todo un personaje. Aburren sus noches Bárbaras, Palomas mensajeras y parrilladas en Corinna House, pero ofende tamaña publicidad para quien vivió de la Corona, luego de ¿la Corina? y hoy de coros de aduladores; unos regateaban –justicia poética- con el Patrón del Bribón, otros facilitan sus regates al ciudadano. En un país dado a sospechar y despellejar al político electo, extraña la resignación, cuando no admiración, ante el personaje no electo que nos regalaba democracia moderna mientras mantenía prácticas propias del Antiguo Régimen.
España es un país raro: el republicano se mantiene fiel a su esencia en la intimidad, mientras dormita con la monarquía anacrónica; por su parte, el monárquico 'pata negra' de sangre azul, labora sin desmayo por la república; quizá nadie como el Emérito haga más méritos para su llegada.
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