Trump y los perfiles
Hace días un «eminente orador sagrado», como anunciaba el porfolio festivo la misa patronal, daba por «bienvenida su aportación para poner a la cultura 'woke' ... en su sitio y que las ideologías trampantes vengan desenchufadas», acaso ¿para enchufar la trumpante-triunfante?. Se reconocía en alguno de sus perfiles, otros causaban 'inquietud' como el reame «no moral, sino físico» y los acuerdos del viejo Tío Sam con el nuevo zar. En tiempos confusos, ayudaría saber qué opina del resto; servidor reconoce compartir, contra su deseo, el de la silueta, al que quisiera renunciar.
Cuesta leer entrelíneas a Trump, no veo en su discurso rastro de los renglones torcidos de Dios; difícil rescatar hasta artículos o adverbios, imaginen verbos, adjetivos y sustantivos. Busco su perfil amable y, salvo la redondez anatómica, solo hallo aristas hirientes para el prójimo, la naturaleza, la convivencia y la verdad. ¿Es perfil pacifista plantear la expulsión palestina de su casa, adelgazar Ucrania o invadir Groenlandia?, ¿será perfil humanista 'envasar' migrantes a las cárceles salvadoreñas?, ¿acaso perfil modélico para jóvenes su relación con artistas porno?, o ¿es el nuevo perfil de político democrático pasarse por el forro decisiones judiciales?. Ayudaría un análisis serio y fijar posición, todo, salvo ponerse de perfil ante el resto de perfiles del poliédrico personaje.
Nada –parece– peor que la cultura 'woke'; por encima del hambre, la guerra, la explotación, el drama de la emigración, nada contiene tan nítidamente el mensaje del Maligno según el Códice Mundial del Tópico. Para el ¿pensamiento? 'anti-woke', el luchador contra tan siniestra ideología merece reconocimiento; por ello banaliza sus excesos reduciéndolos a pecadillos de juventud, blanquea sus oscuras miserias y redondea sus dañinas aristas.
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