Danzas y ritmos frenéticos americanos
Paisajes sonoros de América' es el título del Concierto de los Premios Princesa de Asturias celebrado ayer. América es amplia, enorme, y dotada de una ... macanuda variedad de paisajes sonoros. Desde el paisaje hispanoamericano representado por Revueltas Chávez y Orbón, ausentes en el concierto, a las dos acuarelas seleccionadas para el recital. Dos relacionadas con Nueva York y dos brasileñas. Sin embargo, en las obras escuchadas ayer, subyacen las raíces sonoras de tres continentes. Europa aporta el molde sonoro y melódico, crisol en el que se fundieron las músicas americanas. Iberoamérica se asocia con la danza sincopada y acompasada con ecos populares. Finalmente, la raíz africana origina el desenfreno rítmico y acentos vitales y juveniles que sobrevolaron el concierto.
Al frente de la OSPA y el Coro de la Fundación Princesa de Asturias estaba la elegante y mediática Alondra de la Parra, directora mexicana recientemente nombrada directora de la Orquesta y Coros de la Comunidad de Madrid.
Alondra transmite entusiasmo. Es una directora dionisiaca. Se mueve, baila, juega con los tiempos y con las dinámicas. Se ve que este repertorio le es muy afín.
'On the Town', en la ciudad, es un musical de Leonard Bernstein, conocido en España como 'Un día en Nueva York'. Tres marineros pasan un día de permiso recorriendo la ciudad en busca de diversión y amor. 'Tres episodios de danza. El gran amante, Ciudad Solitaria y Times Square' son una invitación a la danza en ese callejear neoyorkino.
Excelente el viento metal, muy en la línea de la revista musical. El pianista francés Thomas Enhco protagonizó la segunda obra, la 'Rapsodia en blue', de George Gershwin, composición de la que este año se cumple el centenario de su estreno. Gershwin introduce el jazz en una obra en la que el tumulto de la gran ciudad, simbolizado por la orquesta, se contrapone al individuo solitario y melancólico.
La versión de Enhco fue totalmente jazzística, adornando melodías e improvisando en las cadencias con motivos muy reconocibles del himno nacional, del de Asturias, aires andaluces y el principio del 'Tico Tico'. Todo ello, combinándolo con el motivo de Gershwin.
Los 'Chôros' son en Brasil agrupaciones callejeras de música urbana, algo similar a nuestras charangas. Heitor Villa-Lobos sintetiza en sus chôros los elementos de la música popular brasileña, con rasgos indios y africanos. Así en el 'Chôro N.º 10', elaborado a partir de la canción 'Rasga el corazón', se inspira en la fecunda naturaleza brasileña, con descripciones de pájaros y sugerencias de bosques, a la que se superpone la canción 'Rasga el corazón'. Las palabras que se repiten obsesivamente en el coro 'Ja, ka, tá,Ka, ma, ra, ja' son una mera onomatopeya de Villa-Lobos, sobre la que se desarrolla la canción que habla de un corazón desgarrado. El coro jugó mucho con los contrapuntos, los ritmos obsesivos y un especial cuidado en el fraseo de las sopranos y los tenores.
Los rituales de la negritud y la música occidental católica se sincretizan en la última obra, la selección de cuatro movimientos de la suite 'Maracatu de Chico Rei', de Francisco Mignore, compositor brasileño quien, por cierto, es autor de una 'Suite orquestal asturiana'. El 'Maracatu' es un poema coreográfico inspirado en la leyenda del rey africano Chico, vendido como esclavo y que consigue la libertad de su pueblo.
La obra es la apoteosis de la negritud combinando menciones a la Virgen del Rosario con palabras africanas como 'kurenga', 'kizomba' y otras expresiones que subrayan un sentido efectista y un trasfondo mágico muy bien comunicado por el coro y la orquesta.
Un concierto muy aplaudido, vigoroso y con pasajes frenéticos.
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