Destapar la caja de los ruidos

La 'música ambiental' que se regula en el proyecto es lo que en las figuras de retórica que algunos aprendimos en segundo de bachillerato con el bueno de Cástulo Gutiérrez, se llama un oxímoron. La unión de dos palabras de significado opuesto, que dan pie a un concepto diferente. Si es música, no puede ser ambiental y si el sonido es ambiental, como mucho será un sonido decorativo y funcional empleado con la función espuria de tapar el aburrimiento y matar el silencio.

Hay que darle la razón a Kant cuando achacaba a la música cierta falta de urbanidad, porque impone una interrupción de la libertad de los que están ajenos a esa música. En 'Siente Xixón Terrazas' dicen que será prioritario no molestar a los vecinos y, por supuesto, respetar las horas de descanso. Para ello ponen una norma de la distancia de cuarenta metros entre la terraza y las viviendas. Algo que no sé si funcionará. Por el verano, cuando el paseo del Parque del Piles se podría llamar la avenida del 'Chis-pam-pum' los condenados bajos de los bafles se oyen, especialmente por la noche, en todo el Muro, a cuatrocientos y más metros. Más que distancia, es una cuestión de decibelios permitidos. Y sobre todo de garantizar, volviendo a Kant, la libertad individual incluso de los que quieran sentir las terrazas sin ruidos, y sobre todo el silencio de aquellos que no quieren escuchar.