Laicistas por los pelos
Como decía el ingenioso Foxá, siempre vamos detrás de los curas, o con un cirio, o con un hacha. Como los tiempos actuales son de ... costumbres menos sangrientas, el hacha se puede sustituir por la laicidad. Vamos detrás de los curas con un reglamento de laicidad. En los próximos días, si Dios no lo remedia, el Ayuntamiento nos meterá de hoz y coz en el exclusivo club de las tres ciudades españolas con laicidad reglamentada. La primera fue Rivas-Vaciamadrid. La segunda, Valladolid, cuya laicidad promulgada por un alcalde cofrade del Descendimiento y Santo Entierro fue debida a pactos con la izquierda. Finalmente, esta villa 'laicadora' de mi tierra asturiana será la adelantada tercera ciudad 'laica'.
Salvo el clero, todos somos laicos. Un Estado democrático es independiente de las confesiones religiosas, y, en teoría, es neutral y respetuoso con las creencias de sus habitantes. Por eso en las cientos y cientos de ciudades españolas, un reglamento municipal de laicidad es superfluo. A no ser que por laicidad entendamos no la independencia entre la religión y la política, sino el combate de una militancia atea, enfrentada con la Iglesia y las creencias católicas.
El reglamento de laicidad gijonés es un mero postureo, metido con calzador para contentar a IU y sus guardianes de la laicidad. Quien tenga la paciencia de leer los ocho artículos de los que consta, verá que, en esencia, casi todo lo que dice está implícito en la Constitución. Que un alcalde asista a un acto como la bendición de las aguas, no quiere decir que sea un alcalde teócrata, sino que es un acto de cortesía política con las tradiciones religiosas.
Además de superfluo y descortés, el reglamento posee un vicio de procedimiento. Hay decisiones de cosas o materias que trascienden a las efímeras y circunstanciales mayorías. Por lo tanto, para no caer en el sectarismo y el 'trágala', deben tener un consenso amplio, porque afectan a toda la ciudadanía. Estas materias no deberían ser aprobadas como quien dice 'por los pelos'. En este caso, con poco más de la mitad de los votos de una corporación a la que le quedan poco más de dos meses. Lo sensato sería dejar en el cajón, y no crear un problema donde no lo hay.
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