Mary Paz y su geografía soñada
Me pregunta mi nieta cántabra si «cuando yo era niño había señores». Los había, pero muchos ya no están. Soy lo suficientemente mayor para recordar ... las voces de una radio, Radio Emisora de Gijón, que nos anunciaba en la voz de Arturo Arias la llegada de los deliciosos equinodermos, es decir los oricios que se vendían a paladas en la rampa, frente a la pescadería. También oía a Casimiro, al que en un concurso la concursante le pedía una ayuda a la pregunta de cómo se llama comúnmente al cloruro sódico. «Una pista, Casimiro por favor». «Ye muy fácil, muyer, contestaba Casimirín. «Qué es lo que pones en los huevos a tu marido?» Y la buena mujer contestó, polvos talco. Y entre las voces auténticas y antiguas estaba el soniquete alegre, dulce, balsámico, de Mary Paz Lucas.
Hace unos treinta y pico años, me llamó Mary Paz para que escribiese sobre Antonio Medio, el cantante gijonés apodado como «la voz de hierro», tal como dice la placa en el Jovellanos. Mary Paz me presentó al hijo de Medio, sobre el que escribí tres páginas en la sección Musicalia, que yo llevaba entonces en El COMERCIO. Sobre el barítono gijonés se publicaron también en el periódico gracias al apoyo de Carantoña y Canal, las memorias manuscritas de Medio. En el libro de Laruelo, «La libertad es un bien muy preciado», se recoge un capítulo, el más amargo, de estas memorias.
Medio fue el inicio de una buena amistad que siguió con la publicación de un libro de poesías de Enrique Truan, «Geografía imaginada». En la presentación del libro, Mary Paz, que poseía el don de la declamación que consiste en comunicar con emoción y sin exageraciones, leyó varios poemas. Uno terminaba «Las mariposas leves/ de blancas alas/ van dejando en tu sueño/ huellas doradas». Aliteración de eses que, en la voz de Mary Paz sonaba a un susurro continuado.
Hasta poco antes de la pandemia, veía a Mary Paz escoltada por sus amistades y el bueno de Andrés, su marido, en los conciertos de la Filarmónica. Ella con la mente algo perdida, conservaba esa sonrisa cercana y acogedora que imagino que nunca habrá perdido. Mary Paz fracasó en su intento de que la Danza Prima se bailase el primer domingo de cada mes en la plazuela de San Miguel, pero triunfó plenamente en que esta danza, tan querida por ella, se incorporara a la fiesta de Begoña para bailarlo masivamente en la Playa de San Lorenzo. La playa, Medio, Truan, la vieja y cercana radio, son esa geografía soñada y gijonesa, amparadas en la voz de Mary Paz.
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