El peso de las compensaciones
A nuestro buen Adrián Barbón, que Dios guarde, le temen en el Gobierno de España. Ni Puigdemont, ni los jueces, ni el alto Tribunal Europeo, ... ni por supuesto, las diatribas de Núñez Feijóo hacen que al presidente Sánchez se le tuerza el gesto o le quite un segundo de su tiempo de ocio. Pero con Barbón, Sánchez tiembla. En Madrid, las mesas de los subsecretarios, secretarios o ministros (también con as) se cambian cada vez que el presidente del Principado les visita. Nada de mesas endebles de cristal, ni siquiera de pino. Mesas de roble o de hierro, para resistir la amenaza de Adrián, de dar un golpe sobre la mesa para defender los intereses del Principado.
Es por ese puño de hierro del presidente asturiano –como el burro de Juan Ramón, Adrián 'tié acero'–, por lo que el lenguaraz Puente, ministro de Transportes, roto de dolor por las repetidas pifias de su ministerio con Asturias, envainó sus palabras. A la manera del alcaide que entrega una plaza fortificada, Puente se rindió y ofreció compensaciones. ¿Cuáles? ¿Podría ser desbloquear el plan de vías de Gijón? ¿Poner en marcha como una prioridad inexcusable el plan de 'Rodalíes', perdón, de Cercanías, de Asturias? ¿Derogar la ley que protege al lobo en Asturias como si el cánido fuese un urogallo? ¿Empezar inmediatamente con el vial de Jove? O, apostando fuerte por parte de Barbón, obligar al ministerio a que ofrezca unos cuantos billetes a 25 euros de Asturias a Madrid. Con gran dolor, Puente aceptó esto último. Adrián jugó fuerte y ganó la partida. No se solucionan nada de los problemas de Asturias, pero habrá algunos billetes más baratos.
El asunto del lobo y de la contaminación en Gijón nos da pie a comentar la reciente visita de Hugo Morán, secretario de Estado de Medio Ambiente, a Gijón. Morán plantó un pino en Moreda, inefable compensación a la contaminación. A pocos metros, quedaba el parque del 'solarón', que como no se apuren las cosas quedará en un limbo para pasar a la nada, el vial de Jove o el lobo achicharrando el ganado. Un pino en Moreda y unos cuantos billetes para compensar tanto dislate. Sin duda, Barbón sabe negociar.
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