A tu viejo gobierno de difuntos y Flores
Ahora, en las noticias de la guerra nos ponen música. Y eso convierte la realidad y el dolor en una suerte de película, lo que a la larga es un peligro, porque el celuloide es ficción y la invasión rusa no lo es
Últimamente, me acuerdo mucho de la película 'Enemigo a las puertas' (2001), de Jean-Jacques Annaud. Si no la han visto, les recomiendo que lo ... hagan. Y me acuerdo de ella por la invasión rusa, claro, pero también por cómo se está informando al respecto en algunos medios audiovisuales de nuestro país. Medios que han decidido que las noticias deben ir acompañadas de música.
En las películas y series, según la acción que se desarrolla, se incluye una música para crear un entorno, generar unos sentimientos concretos en el espectador, provocar una reacción, etc. De hecho, hay pocas ficciones sin ella y cuando te encuentras con una, como la primera temporada de la serie 'Bosch' -que apenas tenía música más allá del Jazz que ponía el propio protagonista-, resulta chocante. Cosas de nuestro cerebro, que está educado para lo contrario. Y hay directores que esto de la música lo han llevado al extremo, como es el caso de David Lynch, quien en su maravillosa 'Twin Peaks' atribuía a cada personaje su propia melodía por obra, gracia y maestría del gran Angelo Badalamenti.
Música para crear sentimientos; música para generar reacciones y eso mismo se hace ahora con la guerra, pero en las noticias. Nos ponen música. Y esto, no sé si es algo buscado o no, pero convierte la realidad y el dolor en una suerte de película lo que, a la larga, es un peligro, porque el celuloide es ficción y la invasión rusa no lo es. Por lo tanto, esas noticias con música -de carácter bélico o triste, según corresponda a las escenas mostradas- nos alejan de forma automática (volvemos a la educación del cerebro) de la vida. Les hablo de noticias diarias, piezas televisivas de unos pocos minutos, y no de un documental, donde se suelen incluir melodías para hacerlo más llevadero por su duración.
Por culpa de la música que ponen en las noticias, pienso en 'Enemigo a las puertas', pero lo hago porque en mi mente no cesa de repiquetear el 'Ojalá' de Silvio Rodríguez. Es una asociación curiosa, lo sé, pero alejada de, se lo aseguro, el comunismo antiguo que ambas obras podrían evocar. Es por culpa de la letra de la canción. Sobre esta composición se ha escrito mucho y ha sido interpretada de muy diversas maneras. Hoy todavía existe debate al respecto, porque hay quien asegura que es una simple canción de desamor dedicada a Emilia Sánchez, primer amor del cantautor cubano (eso ha explicado el propio artista cuando alguna vez ha sido cuestionado sobre el asunto); pero también hay quien afirma que, en verdad, estaba dedicada a Fidel Castro y que el autor la disfrazó de amor por miedo; que era a él a quien le deseaba que se le acabara la mirada constante, la palabra precisa y la sonrisa perfecta. ¿Cómo? Pues gracias a una luz cegadora o a un disparo de nieve. Y aquí, en nieve, es donde viene la asociación. Mi asociación. Ese 'nieve', para algunos esconde a Nievi, que era el apodo o alias de Vassili Grigórievich Záitsev, francotirador soviético protagonista de 'Enemigo a las puertas', muy bien interpretado por Jude Law.
Y, visto lo visto, ya solo nos queda por ver que en una de esas noticias musicalizadas que nos ponen a diario y que se están extendiendo como si fueran una plaga, aparezca el tirano Putin sonriendo, con esa cara plastificada que tiene ahora, junto a todo su Gobierno, y de fondo se escuche el famoso «ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz./ Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado./ Ojalá que el deseo se vaya atrás de ti,/ a tu viejo gobierno de difuntos y flores».
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