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Una vida en imágenes
Arquitecto reputado, 'beatlemaníaco', tranquilo, modesto sin parecer que lo es, apasionado de la fotografía. Sonríe poco y camina con un bastón con una linterna que «no funciona» porque «tengo parkinson y me da problemas de movilidad y equilibrio».
Mira de frente y habla de su vida con la serenidad y el aplomo de quien ya ha pasado por muchas cosas y ha aprendido a no avergonzarse de su pasado o al menos de momentos de su vida.
Fernando Nanclares Fernández (Oviedo, 1947) nació en casa de sus padres, en Arzobispo Guisasola, en las casas de piedra de lo alto de la calle «que llamaban el bloque» y que se construyeron con fondos llamados de Regiones Devastadas. «Jugábamos mucho al fútbol, aunque a los cinco años mis padres cambiaron de casa a Cabo Noval y mi mundo pasó a ser otro».
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Sus padres, Basilio, agente de la propiedad inmobiliaria, y la muy famosa Modesta, que regentaba una de las históricas tiendas de moda de Oviedo durante el pasado siglo. Una tienda a la que venía a comprar gente desde Madrid. Tenía una hermana, ya fallecida, María del Carmen, que «estudiaba en Londres y me traía los discos que me volvían loco».
Estudió en los Maristas y recuerda su infancia como «muy feliz jugando al fútbol y patinando, de hecho llegué a jugar en el Club Patín Cibeles, aunque la verdad es que era bastante regular». De esos recuerdos quedan los partidos que jugaba en la pista que tenía el Hospicio de Oviedo, ahora hotel de La Reconquista.
La infancia fue feliz, pero «la adolescencia se estropeó porque me pilló el Opus Dei y me fastidió. Entré del todo e incluso me llegué a enfrentar a mi familia y todo por esa razón». Se fue a Madrid a estudiar arquitectura y allí conoció a la que hasta ahora es su esposa y socia, también arquitecta, que «me sacó de todo aquello», con lo que ha tenido un hijo, Pablo, que «tuvo la sabiduría de no ser arquitecto y es diseñador gráfico muy bueno, y no peco de inmodestia», aunque un poco de orgullo de padre, quizás.
Hace ya 15 años que se retiró y tras años de intenso trabajo con reformas de primer nivel como las del Teatro Campoamor, el Palacio de la Presidencia regional o la redacción del Plan Especial del Puerto de Gijón, ahora dedica gran parte de su tiempo a la música. «Me gusta cantar y hago una especie de karaoke privado que me divierte mucho». Para cantar, el Dúo Dinámico y los boleros aunque para escuchar, sin duda, The Beatles «aunque The Who o los Beach Boys no pueden faltar».
Pero no sólo de música vive el hombre, también de cine, mucho cine. Habla de 'Charada', de Stanley Donen y se le iluminan los ojillos. Bien pensado a cualquiera se le iluminarían pensando en Audrey Hepburn junto a Cary Grant. También se rinde ante 'Cantando bajo la lluvia'.
Fernando Nanclares vive una vida apacible en la que convive con la enfermedad a regañadientes, aunque no le da demasiada importancia. Es un hombre tranquilo, que diría John Ford y, sobre todo, padre de una vida intensa llena de edificios.
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