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A. Arce / R. Fidalgo
Oviedo
Viernes, 9 de mayo 2025, 21:19
El Ministerio de Economía, Comercio y Empresa ha decidido premiar a la histórica confitería de Oviedo Camilo de Blas con el Premio Nacional al Pequeño Comercio, en su edición de 2024, tras el fallo del órgano de Selección de los Premios Nacionales de Comercio Interior. Un «reconocimiento a su trayectoria empresarial», destaca el ministerio, que ha animado a la familia al frente del negocio a «continuar trabajando en esta línea».
Un premio al trabajo de cinco generaciones cuyos frutos se recogen ahora, casi 150 años después de que Camilo de Blas, tatarabuelo y fundador de la confitería, iniciase un camino de éxitos. Fue el encargado de traer la empresa desde León a Asturias. Su hijo José, creador del Carbayón, es el mayor emblema de la marca. Después de este fue Camilo, tercera generación, quien junto a sus hermanos dedicó su vida a consolidar la tienda en Oviedo. Ahora son José Juan y su hija Paloma, cuarta y quinta generación, respectivamente, los que recogen el premio en nombre de todos los anteriores.
Así lo explicó este viernes la propia Paloma de Blas. En sus palabras, «es un orgullo celebrar estos premios nacionales, que a la vez se celebran en Oviedo y que nos los dan a nosotros, que formamos parte de la ciudad». Un «orgullo», reiteró convencida, y un premio a más de un siglo de dedicación sin fisuras a la empresa familiar. «No sé si hay una clave para este reconocimiento, pero hacemos las cosas lo mejor que se puede», sentenció De Blas, quien agradeció en todo momento el legado de las generaciones precedentes y «el buen hacer del fundador y a mi abuelo Camilo, que dedicó su vida a consolidar la tienda y trabajó en tiempos de posguerra».
La historia familiar y aquellos duros momentos aún hoy continúan presentes tras el mostrador de Camilo de Blas. «Había tiempos en que sólo abría un día a la semana y él siempre decía que las cosas se hacían el mismo día por el producto de calidad». Hoy en día, admite Paloma de Blas, «nosotros intentamos trabajar de la misma manera». «Durante 140 años..., aunque, obviamente, adaptándonos a los tiempos actuales».
El cuidado en la atención al público, continúa, podría ser otra de las claves del éxito. «Tomar un dulce no es tomarlo simplemente: es entrar en la tienda, que es un museo que no se ha tocado desde 1914, y los dulces de Camilo de Blas son recuerdos y experiencias, y el trato del equipo que tenemos detrás..., porque el cliente siempre es lo más importante».
Una trayectoria impecable y longeva que ya premió el diario EL COMERCIO el año pasado con la Caldereta Yantar a la Trayectoria.
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