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El cierre golpea a 4.500 bares y comercios en Oviedo y hace aflorar la economía informal
Oviedo vive el primer fin de semana sin comercio ni hostelería con el sector servicios viviendo en «la incertidumbre» de la duración de las medidas
JUAN CARLOS ABAD
OVIEDO.
Domingo, 8 de noviembre 2020, 00:36
La Policía acudió el pasado viernes y ayer sábado a controlar locales de hostelería que abrieron para servir cafés y comida a domicilio pero no preguntaron por la caja registradora. Solamente se ocuparon del decreto de estado alarma, las medidas adopatadas por el Principado para frenar la pandemia, cada vez más desbocada en Asturias y conminar, en tal caso, al cierre de los bares. Pero sin impuestos no hay hospitales ni respiradores. «No he ticado nada en toda la mañana», confesaba ayer un empresario en su local en centro de Oviedo. Lo mismo ocurre con peluquerías abiertas, una vez decretadas como sector esencial, centros de estética o tiendas que, pese a estar abiertas, ven el futuro negro: «Acabamos de pagar autónomos, mil y pico euros de IVA y nos quitan los clientes de la calle al día siguiente. Encima querrán que trabajamos para ellos. Sí hoy hago diez, los diez para mí; veinte, veinte. El lunes ya veré».
En números, según las últimas estimaciones hechas públicas por el Ayuntamiento, en Oviedo se dedican al sector servicios entre 4.500 pequeñas y medianas empresas. De ellas, 1.400 tienen licencia como comercio. Entre hostelería y hotelería, existen 1.900 negocios de los que 1.300 son bares. Solo en este último rubro, se emplean cerca de 9.000 personas en la capital del Principado. Todas las no consideradas servicio esencial están cerradas y abocadas a las eventuales ayudas que puedan llegar hasta que remita la incidencia del virus.
Por la importancia del sector, desde el Ayuntamiento, el equipo de gobierno lleva, desde que se decretó el confinamiento perimetral primero y el cierre de las actividades consideradas no esenciales en franco enfrentamiento con el gobierno del Principado pidiendo que se reabra, al menos, el comercio minorista.
Alfredo Canteli se mostró optimista el pasado viernes a cerca de que, a lo largo de la semana que comienza, el ejecutivo autonómico levante la mano. De hecho, desde el Principado ya se apuntó a la posibilidad de permitir la apertura de comercios que actualmente tienen la persiana bajada.
La Cámara de Comercio, asimismo, ha solicitado medidas «quirúrgicas» que ayuden a frenar la pandemia frente a cierres masivos de negocios. «Según apuntan los expertos mantener la distancia social, el uso de mascarilla, cuidar la higiene de manos y ventilar los espacios públicos debería ser suficiente», explican responsables de la entidad cameral para, al menos, volver a la fase de la escalada en la que se permitió la apertura de negocios de menos de 300 metros cuadrados.
Todo, cuando, los datos del paro comienzan a empeorar con respecto al verano y se aceleran de manera similar con respecto a la primera ola de la pandemia cuando se destruyeron más de 2.000 empleos en Oviedo. Si en septiembre fue la construcción el sector más pujante, seguida de la hostelería, el fin de la campaña estival redujo el efecto en este sector con 124 desempleados más. El 31 de octubre se censaron 16.355 parados con un incremmento de 210 trabajadores desempleados con respecto al mes anterior.
Con los datos en la mano, la sensación en la calle tanto de vecinos, hosteleros y comerciantes es de que todo puede ir peor. También de desconcierto con las medidas tomadas. Ayer, durante el primer fin de semana, de nuevo, sin bares ni tiendas abiertas, las calles de Oviedo amanecían a medio gas.
Este diario fue testigo, no obstante, de que comerciantes que, pese a ester cerrados, acudían a sus negocios a comprobar talleres y maquinaria. Horas de trabajo que no facturarán.
«Lo peor es la espera y la incertidumbre. Hemos pedido un erte que no sabemos si habrá, si lo concederán o si no. Estamos a la expectativa y con muy malas sensaciones», se despachó Pedro Alonso, dueño de una céntrica tienda de trofeos y serigrafía. «Yo no puedo desatender la maquinaria. Durante el primer confinamiento por tenerla parada tres meses fueron 2.000 euros de broma y porque no se me rompió un cabezal, tuve suerte, que si no, mucho peor», añade.
Erika Sepúlveda alquiló un local y abrió su centro de estética en septiembre. «Muy mala suerte», se resigna. «Hubo trabajo hasta la semana pasada cuando ya tuve que prescindir de mis dos empleadas. Ahora estoy yo sola pero ayer, por ejemplo, no tuve clientas», evidencia acerca de la precariedad de muchos de los emprendimientos generados a caballo de las dos crisis. La de 2008 y la de 2020.
En la calle Uría una cafetería despacha cafés desde el mostrador. No quiere fotos. La Policía ya ha acudido dos veces a controlar que los pedidos son correctos y que los clientes no se arremolinan sobre la acera. Al medio día, lo cierto es que el trasiego de gente es como un sábado o domingo normal si no fuera por las rejas echadas.
En cuanto a la otra recomendación, que no norma, todavía, realizada por parte del Principado para atajar la pandemia, el confinamiento horario para los mayores de 65 años, tampoco se acepta ni se cumple. Personas de todas las edades toman la avenida.
«Es que es una locura. Les estamos diciendo a nuestros mayores que viven de prestado. Que salgan a la hora que quieran», razona Elena Rozado, enfermera del HUCA que defiende que, «quienes tenemos que ser conscientes del peligro y cuidarlos somos quienes les rodeamos».
«La gente decide cuando sale, eso sí, todos con mascarilla, respentando medidas de seguridad, todo correcto», resuelve la maestra Sonia del Busto. «Nosotras salimos a dar una vuelta, a por un café para llevar y poco más, está todo muy silencioso y apenas hay tráfico», advierte.