Un negocio con 2.400 clientes al año y tres competidores reunidos junto al cementerio

Con las estadísticas en la mano parece más prometedor el negocio de las pompas fúnebres que el de la puericultura. En Oviedo fallecen cada año cerca de 2.400 personas, mientras que la cifra de alumbramientos retrocede año a año y no llegó a los 1.400 en 2018. Se trata de un negocio que se reparten en la ciudad tres empresas, con tres tanatorios concentrados en muy pocos metros en las inmediaciones del cementerio municipal del Salvador. Furesa, que gestiona además el camposanto, tiene el tanatorio de Los Arenales, que empezó a construirse en 1982 y es, aún hoy, el mayor de la ciudad con sus casi 4.000 metros y 17 salas, después de que la empresa invirtiese 2,4 millones de euros en 2008 para ganar otros mil metros y aumentar el número de velatorios. A pocos metros de distancia, en el año 1995, Funerarias Principado inauguró el tanatorio El Salvador, con cuatro salas velatorio, ampliadas en 2003 a diez. El tercer actor, Funerarias Santa Teresa, es el más nuevo en llegar al entorno de Los Arenales, en 2006. Inauguró su tanatorio Ciudad de Oviedo sobre una finca de más de 7.000 metros cuadrados orientada hacia el Aramo, en la trasera del cementario, que fue ampliado aún en 2010.

En el momento actual, los tres tanatorios de la ciudad han acabado ubicados en espacios muy cercanos entre sí, anexos al camposanto. Pero aunque morir, morimos igual que antes, los que quedan han ido cambiando sus preferencias a la hora de despedir a los suyos. Casi siete de cada diez fallecidos son incinerados y las familias prefieren y demandan salas de cierto tamaño, incluso con habitaciones privadas para descansar, para los velatorios.

Eso parece ser lo que busca la empresa que fue pionera en llevar los servicios fúnebres a Los Arenales, trasladando ahora su actividad a Prado de la Vega.