Oviedo renovará la ordenanza de basuras para impulsar el reciclaje
Endurecerá el régimen de sanciones y potenciará el cubo marrón en detrimento del negro para mejorar la separación de residuos
GONZALO DÍAZ-RUBÍN
OVIEDO.
Martes, 13 de octubre 2020, 00:29
«El vertido incontrolado» de residuos industriales está castigado en Oviedo como infracción «muy grave» con multas de «10.000 a 15.000 pesetas», cambiar el aceite del coche en la vía pública, infracción grave, sale a entre 5.000 y 10.000, más barato que hacer el trasvase en un taller obligado a reciclar el lubricante. Cosas así aconsejan renovar la ordenanza reguladora de Limpierza de Vías y Recogida de Residuos Sólidos, que data de 1993, pero lo que mueve a la Concejalía de Servicios Básicos es dar un nuevo impulso a la separación de basuras para su reciclaje.
La intención del área que dirige Gerardo Antuña es presentar la nueva norma antes de final de año para actualizarla e incluir sanciones que desincentiven las malas prácticas en los hogares y negocios ovetenses a la hora de discriminar los residuos.
La ordenanza regulará también los horarios de recogida y colocación de los cubos en los portales y pretende potenciar la recogida de materia orgánica, que ahora solo se retira un día a la semana a través del cubo marrón, en detrimento de la fracción resto, el cubo negro en el que, por comodidad o dejadez, acaba mucha basura aprovechable.
Con los últimos datos publicados, de 2017, los ovetenses apenas separaron para reciclaje el 16,35% de todas la basura que generaron. La cifra no computa aún la medida puesta en marcha para cerrar la gigantesca brecha entre el objetivo fijado por la UE para 2021 (la clasificación del 55% de los residuos) y la realidad: la recogida de materia orgánica. El cubo marrón, a falta de certezas, ha arrancado dubitativo. La mayor parte de las comunidades de vecinos ni se han sumado al programa. En abril, había 350 de los 7.900 edificios colectivos de la ciudad que había colocado ante sus portales el quinto contenedor.
Las cifras son las que son. Al Ayuntamiento no le quedan muchos caminos que no sean la potestad sancionadora para apretar hacia una economía circular. Aunque el equipo de gobierno no desea centrar el debate en las multas, lo cierto es que la mayor parte de las ciudades están caminando en esa dirección para impulsar de forma significativa el reciclaje.
No hay muchos más caminos. Este año se extendió la bonificación en la tasa de recogida de basuras para los vecinos que separen sus residuos a la zona rural, que pueden solicitarla aquellos vecinos cuyas viviendas se encuentren dentro de un radio de 500 metros de los contenedores de recogida selectiva y «se constate el reciclaje».
En las zonas en las que se realice la recogida de materia orgánica, además, «deberán estar apuntados en el Ayuntamiento y disponer de la correspondiente llave para abrir el contenedor» y, al igual que en la zona urbana, cuando se trate de comunidades de vecinos deberán participar en el reciclado de la materia orgánica, al menos, el 75% de sus miembros para beneficiarse de la bonificación.
Aún así, la medida tiene un impacto limitado. Desde que se aplica la bonificación en la tasa por la correcta separación de los residuos, los avances efectivos en la recogida selectiva se han estancado. En enero de 2009, el Ayuntamiento comenzó a aplicar una rebaja en el gravamen a las comunidades que distribuyesen correctamente sus basuras entre los, entonces, cuatro cubos de colores. El descuento, del 10%, y la presencia de inspectores que revisaban las basuras, llevó a finales de aquel año a que dos tercios de las comunidades se beneficiasen ya de la rebaja. El salto fue considerable. La cantidades de envases separados creció de 2009 a 2010 en un 26,5%; la de papel, un 12,4%, y la de vidrio, un 17,2%, todo en un contexto en el que la generación de residuos como consecuencia de la crisis caía con fuerza a la par que se reducía el consumo de los hogares ovetenses.
El efecto se agotó pronto. De 2010 a 2011, la recogida separada de residuos retrocedió. Se pasó de 2.924 toneladas de envases a 2.647; de 7.915 toneladas de papel a 6.422, y solo el vidrio con una reducción menor (de 3.866 toneladas a 3.824) aguantó el tipo. Ni siquiera la ampliación al 25% de la bonificación en la tasa de recogida de residuos ha servido para que mejoren las cifras, prácticamente estancadas desde entonces.
Además, el sistema muestra fallos. En 2011, solo separaban correctamente sus residuos dos de cada tres comunidades de propietarios. Los datos de los últimos años muestran que son ya más de 9 de cada 10 las que lo hacen y se benefician del descuento en la tasa sin que las cifras mejoren.
Cambios de consumo
Parte de la atonía del sistema se debe a cambios en el consumo y es común al resto de España. La ciudad recicla ahora cerca del triple de toneladas de envases y vidrio que en 2003, cuando los cubos de colores llegaron a los portales, pero el papel es otra cosa. En aquel año, acabaron en los cubos azules 4.332 toneladas de cartones, por las 5.831 de 2017 y muy lejos de las casi 8.000 que se recogieron en 2010. Aunque la economía española consume ya más papel que antes de la crisis, este no acaba en los contenedores azules. Ni en Oviedo ni en Valladolid, por ejemplo, que con casi 300.000 habitantes, se conforma con recoger ahora 6.711 toneladas al año. La reducción del reciclaje doméstico de papel obedece a causas como la reducción del consumo de entretenimiento e información en ese soporte y es común a toda España.
Todo cuenta para llegar a ese 55%. El Ayuntamiento obliga desde este próximo año a que los establecimientos de bebidas, cafeterías y análogos justifiquen el reciclado aportando anualmente copia de la certificación anual de un sistema de gestión medioambiental. En su defecto, deberán cumplir los mismos requisitos que las viviendas, es decir, reciclaje de la materia orgánica, los envases y el papel-cartón. La brecha es gigantesca y también a ellos les toca contribuir a cerrarla.