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El reloj marca las diez y veinte de la mañana y el furgón de la unidad de Subsuelo de la Policía Nacional accede al ... interior de la plaza de la Cruz Roja. Tres uniformados se bajan del vehículo y comienzan a vallar el perímetro de una tapa de alcantarilla para sorpresa de los viandantes. Es una de las que dan acceso al colector bajo la 'faba' de Santullano, construido durante la primera fase de las obras del Bulevar, y se disponen a bajar. «Los hay peores, en este no hay ratas, está relativamente nuevo», bromea el oficial al mando Luis Fernández, mientras él y sus hombres se visten para la faena. Van a realizar una inspección rutinaria a las profundidades de la ciudad, acompañados por EL COMERCIO, dentro de la serie de reportajes que realiza este diario con las principales unidades de la Jefatura Superior de Policía de Asturias.
Isaac García se queda arriba, protegiendo el acceso y como apoyo en la superficie por si algo ocurre. El agente Rubens González baja junto a su superior después de comprobar que la medición de gases arroja unos parámetros positivos de oxígeno que no hacen necesario descender con una pesada botella a la espalda, si bien el detector advierte de una ligera atmósfera explosiva, lo que obliga a dejar arriba cualquier elemento que pueda producir una chispa.
Una vez dentro, un laberíntico mundo subterráneo en el que «es muy fácil perder la noción del tiempo y del espacio», recuerda el oficial. «Se trata de un lugar confinado con muy poca ventilación, acceso angosto y en el que resulta evidente decir que existe cierto peligro». Por ejemplo, continúa, «pisar una bolsa de metano a la ida puede hacer que lo que en un primer momento era seguro, ya no lo sea a la vuelta». Pueden sufrir un desmayo y quedarse sin oxígeno, lo que hace que se tomen todo tipo de cautelas, lleven todo tipo de equipamiento de emergencia y se entrenan cada día en el gimnasio del cuartel de Buenavista para soportar en esas condiciones los más de 25 kilos que pesa la mochila con la botella de oxígeno.
La Unidad de Subsuelo se creó en 1989 y en la actualidad está compuesta por cinco personas. Se encargan de controlar todo lo que acontece bajo nuestros pies y también de tareas de protección ambiental. Patrullan los alrededores –subterráneos– de edificios oficiales todas las semanas y participan en dispositivos especiales de las siete comisarías de Asturias. «En los Premios Princesa chequeamos toda la ciudad y luego sellamos las tapas». Este martes harán lo propio, dada la visita de la Reina Letizia a la capital para presidir el acto central del Día Mundial de las Enfermedades Raras en el Auditorio.
La de Oviedo es una de las quince unidades distribuidas por todo el país. En 2024 formaron parte de un total de 24 dispositivos de seguridad y llevan 4 en lo que va de 2025. También participan en búsquedas de desaparecidos y vigilan que a ningún ladrón se le ocurra la 'brillante idea' de hacer un butrón para robar una joyería –«es muy común en Madrid, pero Oviedo es una ciudad segura», destaca el oficial–; realizan formaciones a personal militar y hacen estudios de seguridad como el que del estadio Carlos Tartiere, de 2018, entre otras cosas.
Ahora bien, ¿qué se necesita para meterse en Subsuelo? Luis Fernández no titubea: «Sólo hacen falta ganas –y un curso de especialización de un mes–; bueno, y no tener claustrofobia... (ríe). Yo me metí en esto, en la Policía Nacional, para servir y ayudar a la gente, lo tengo muy claro».
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