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El deán, Benito Gallego, y el arquitecto Jorge Hevia, en el centro de la imagen, junto a técnicos y colaboradores de la Catedral, en el cuerpo renacentista de la torre. FOTOS: ALEX PIÑA

La reforma de los accesos a la torre desvela que la Catedral tuvo dos campanarios hasta la guerra civil

El nuevo ciclo de visitas comenzará el 1 de agosto para grupos de veinte personas y el deán confía en que sea un «revulsivo» para el templo en verano

ALBERTO ARCE

OVIEDO.

Viernes, 15 de julio 2022, 01:10

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Sería muy complicado o prácticamente imposible que una sola persona y en una única generación pudiese llegar a conocer todos los entresijos, curiosidades, historia y secretos ocultos de un edificio tan singular, emblemático -y milenario- como la Catedral de Oviedo. Un templo en el que cuando se levanta el polvo, las probabilidades de que aparezca algo interesante debajo son altas. Y así ha sido. El personal de la empresa ArtecDos ya ha finalizado la obra de reforma de los accesos a la torre gótica de la 'Sancta Ovetensis' para que pueda dar comienzo el nuevo programa de visitas que ha ideado el Cabildo con la colaboración -y financiación- del gobierno local; sin embargo, al margen del gran resultado que han obtenido las restauraciones, uno de los detalles que pasarán a la historia de esta intervención es que, gracias a ella, se ha descubierto que la Gran Basílica Metropolitana tenía dos campanarios, y no solo uno, hasta la guerra civil. Uno, el que aún se conserva; y otro, que quedó destrozado y desapareció tras la contienda bélica, en el cuerpo renacentista.

Casi por casualidad, el equipo de arquitectos al cargo de los trabajos localizó unas fotografías antiguas en las que se apreciaba la existencia de dicho segundo campanario ubicado en la parte más alta de la torre, con tres campanas colgadas de un arco rampante vinculadas al reloj de Durán y del que no se tenía constancia desde hacía casi un siglo. De ello quedan pocos vestigios. El más evidente, un pequeño agujero en la base del cuerpo por cuyo hueco estuvo localizada en su día una cadena que conectaba las campanas con el reloj.

La mejora de la accesibilidad a la torre gótica no ha sido una tarea sencilla. Los profesionales de la adjudicataria han restaurado los peldaños más desgastados de la escalinata, recuperado el pasamanos original de piedra -que en la mayoría del tramo había desaparecido por el paso de los siglos- e instalado uno nuevo, metálico, de corte vertical y treinta metros de altura para asegurar aún más los ascensos y descensos de los visitantes. También han mejorado el entablillado del campanario y tratado las campanas, entre las que se encuentra la 'Wamba', la más vetusta del mundo en funcionamiento. y devuelto el lustre perdido al reloj de Ramón Durán, cuyo impresionante mecanismo han dejado a la vista gracias a un gran ventanal transparente en la caja que lo alberga.

Además, se ha intervenido en los paramentos interiores, sacado a la luz los «grafitis» (se trata inscripciones antiguas y marcas de los visitantes que han pasado por allí en sus 1.200 de historia) e instalado tres nuevos paneles explicativos en la sala de contrapesas, el campanario y el cuerpo renacentista que explican la historia y vicisitudes de la torre o la existencia en tiempos de ese segundo campanario.

De inaugurarlas se encargó ayer el deán de la Catedral, Benito Gallego, quien no ocultó la emoción y la satisfacción por el resultado de las obras. «La Catedral es el edificio singular de esta ciudad, se identifica a Oviedo por la torre» y a esta, ahora, subir «es una verdadera delicia». Entre otras cosas, manifestó, «es una maravilla lo que han hecho con el reloj». La única pega, que la crisis del transporte y la escalada de precios ha obligado al Cabildo a aportar 30.000 euros sobre los 100.000 de subvención municipal para poder finalizarlas. Aun así, celebró el canónigo, «se ha terminado en el plazo previsto y estamos muy contentos con el resultado».

Las nuevas visitas, en ese sentido, comenzarán el próximo 1 de agosto. No serán guiadas, sino acompañadas por un miembro del personal de Actividad Cultural de la Catedral, se cerrarán en un máximo de veinte personas, previa inscripción 'online' y tendrán una duración máxima de una hora, con media hora de diferencia entre grupo y grupo, y un precio de ocho euros que no incluye el acceso al resto del conjunto catedralicio. Saldrán a la venta próximamente en la página web del Cabildo. Gallegó, a ese respecto, confió en que esto pueda resultar un «revulsivo» para la actividad de la Catedral, que en lo que va de verano aún no ha conseguido igualar los números de 2019 en materia de visitas. «Faltan grupos, están viniendo la mitad, pero las visitas individuales sí han crecido», explicó.

El plan director

A su lado, el arquitecto que se ha encargado de capitanear las obras, Jorge Hevia, quiso recordar que la reforma de los accesos ha sido la obra número veinticinco del plan director iniciado en 1996. «La de Oviedo es una de las catedrales que más avanzado lo tienen de España», recordó el deán. Para rematarlo, tras veintiséis años y una inversión de más de seis millones de euros en la que ya han participado todas las administraciones, ya solo queda una gran ficha por mover: la restauración de las deterioradas vidrieras de la nave sur y del crucero, cuyo proyecto el Cabildo había dejado sobre la mesa del Instituto de Patrimonio Cultural de España y que, lamentablemente, todavía tendrá que esperar un poco más. «Vamos a ver si se animan y si no, tendremos que responsabilizarnos nosotros. Con dolor, tengo que decir que no hay una fecha para ello», admitió Gallego.

Sobre el documento rector de la Catedral también habló ayer, durante la celebración de la jornada 'El patrimonio del Camino', organizada por este diario en el Salón de Té del Teatro Campoamor, el director general de Bellas Artes del Gobierno central, Isaac Sastre. «Se trata de un plan director modélico y ejemplar por algo tan simple como que las actuaciones se empezaron por donde había que empezarlas, por restaurar las cubiertas». Al mismo tiempo, agregó, «con Oviedo se están haciendo muchas cosas y muchas cosas bien, y hay que seguir haciéndolas, porque nos beneficiamos todos».

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