La reforma de la Agencia Tributaria incluirá la restauración integral de elementos protegidos

Una importante obra para modernizar un edificio, declarado Bien de Interés Cultural, que discurre «según el programa previsto» y estará terminada en noviembre de 2026. Entonces, los cerca de 300 trabajadores que han tenido que ser reubicados en cuatro oficinas repartidas por la ciudad –en la vieja sede de Recaudación en Palacio Valdés, la avenida de Santander y las calles Fruela y San Francisco– podrán volver a la 'cuna' de la Agencia Tributaria desde 1966, cuando el arquitecto Ignacio Álvarez Castelao adecuó el convento a este fin.

Según fuentes del Ministerio de Hacienda, dentro del objetivo de «conservación global» del edificio se acometerá «la restauración de los principales elementos protegidos del inmueble». Un trabajo que se realiza desde «una idea global del edificio y encaminada a su puesta en valor dentro del entramado urbano de la ciudad».

En la actualidad, los trabajos, aún en su primera fase, se están centrando en «la consolidación estructural del inmueble»; no en vano, esta actuación nació en un primer momento con la intención de resolver las deficiencias estructurales observadas en unos estudios previos. También servirá para ganar confort, dotando al inmueble, en forma de U, de «una distribución más funcional».

De esta manera quedará completada la primera fase y la UTE podrá entonces comenzar la segunda: «La de la renovación de las instalaciones, encaminada a una mayor eficiencia energética y menor consumo». La sede ovetense de Hacienda quedará así adaptada a las diferentes y necesarias normativas, como la de incendios.

La restauración de los principales elementos protegidos es clave en el conjunto de esta importante y millonaria obra. Desde su fundación en el siglo XIII, el convento de Santa Clara destaca por su fachada de la calle de Covadonga, el claustro y el pórtico. Según recoge la Fundación Docomomo Ibérico, en el edificio «como en la mayoría de las obras de Ignacio Álvarez Castelao, hay presencia de artes decorativas, por ejemplo, en los mosaicos y en el balcón ornamental, realizadas en colaboración con artistas asturianos». Así lo firma Juan Ignacio San Marcos Espinosa.

La importancia y el valor de este inmueble es obvia desde que las monjas clarisas decidieran establecer su convento en el Bajo Medievo en el borde del Camino de Santiago. Tras la Desamortización, y una necesaria rehabilitación, el convento fue destinado a cuartel y otros servicios; si bien, acumulaba numerosas deficiencias. No fue hasta mediados los 60 del siglo pasado cuando Álvarez Castelao, entonces arquitecto de Hacienda, asumió la rehabilitación y optó por derribar gran parte de su estructura y mantener las partes más relevantes: el claustro y la portada.

Ahora, el edificio está envuelto en una profunda renovación; eso sí, mantendrá sus elementos protegidos.