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alberto arce

Viernes, 21 de septiembre 2018, 02:18

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Tras el éxtasis pirotécnico de los fuegos artificiales, la plaza de Alfonso II volvió a lucir como en jornadas anteriores, abarrotada. Café Quijano, a pesar de empezar el concierto a la una de la madrugada y con algún que otro problema técnico (chasquidos y mala sonorización interior, por los gestos descontentos de los músicos) contó con el apoyo de los ovetenses.

Todo comenzó con 'Tequila' y, en dos parpadeos, con 'Qué poca cosa' la audiencia comenzó a despegar los pies del suelo. 'Manu' cambia de guitarra con otro corte al acecho, esta vez más suave, 'La magdalena'.

El público coreó cada sílaba, aplaudió en cada silencio y no tardó en llegar 'La Lola', la gota que colmó el vaso antes de un bis que no se hizo esperar demasiado. Ansias, como el primer día, pero veintiún años más viejos.

En cuanto a los accesos se cortaron al pasar el aforo establecido que ronda las cinco mil personas (4.960). Estuvieron cerrados medio concierto y después se abrieron las entradas de las calles del Águila y Santa Ana. Dos canciones antes del final el redactor del plan de autoprotección, Miguel Romano, ordenó la apertura las vías de evacuación para facilitar la salida del público.

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