El sector del ocio nocturno denuncia el «preocupante» uso del gas de la risa
Los hosteleros de la zona de discotecas y bares de El Antiguo sostienen que el «problema» de los globos de óxido nitroso repunta en la calle
Las inhalación de óxido nitroso provoca una cascada hilarante de carcajadas ante casi cualquier estímulo; sin embargo, su uso puede terminar provocando náuseas, vómitos, hipertensión leve y arritmias, así como, rara vez, hipertermia maligna y metahemoglobinemia. Su abuso, mieloneuropatía funicular, delirio subagudo, leucopenia, trombopenia y anemia megaloblástica grave, y hasta casos de asfixia. Una sustancia común en los ambientes de ocio nocturno -se vende a bajo precio en el mercado del menudeo en cápsulas monodosis- y que en el caso de Oviedo, su presencia ha vuelto a ser «preocupante».
Así lo manifiesta el presidente de la Asociación de Discotecas de Asturias, Tino Trapiella, socio fundador del Salsipuedes de la calle que, popularmente, lleva el mismo nombre en El Antiguo. «Lo de los globos es un verdadero problema», explica el hostelero. «Va por temporadas, pero últimamente hay más, ves a los chavales ya en la puerta del local consumiéndolo y a otros, con su riñonera, vendiéndolo, las cápsulas y un dosificador».
En su caso, ya han aumentado las medidas de seguridad, instalando sistemas de videovigilancia en todo el establecimiento y reforzando el número de guardas que controlan el local para tratar de prevenir esa y otras situaciones. «Cuando los vemos, les pedimos que dejen todo lo que lleven en los bolsillos o los echamos directamente, no podemos consentir que entren con eso, pero siempre se cuela alguno», resume Trapiella, para lamentar a renglón seguido que «no sé quién lo está poniendo de moda, pero alguien debe estar ganando mucho dinero con esto».
Por su parte, el presidente de la Asociación de Bares de Copas, Pepe Reina, aclara que «nosotros no vendemos eso, así que es gente que viene con ello». Y «como con cualquier otro tipo de comportamiento incívico o ilegal, cuando encontramos a algún cliente con este producto lo sacamos del local». Eso sí, matiza, «me consta que el Ayuntamiento está poniendo de su parte para acabar con ello».
Desde la parte clínica, el psiquiatra y experto en adicciones, Julio Bobes, especifica que si bien «no existe una epidemia del gas de la risa» y que aparece y desaparece «por modas» o cuando un «camello» se hace con una provisión del producto y comienza a venderlo hasta que se acaba, «debemos lanzar un mensaje muy claro de abstinencia total». En sus palabras, «esta sustancia produce la risa descontrolada y en pequeñas dosis no es nociva en sí misma, lo son toda esa serie de productos químicos o polvos de talco que incluyen», ralata. «Es necesario no perder de vista los programas de prevención, porque no hay ninguna necesidad de tomar estas sustancias».
