Vender arte es difícil y satisfactorio
Dueña de un galería, critica la falta de cultura artística y la política cultural español; fan de Paul Auster, se declara friki en asuntos como el cine donde destaca el francés, japonés y coreano. Estudió para periodista y, como hija de pintora, se quedó con el arte
Le gustan las películas francesas, japonesas, coreanas y las de terror porque «en esto del cine soy algo friki». Habla con serenidad con un poco ... de voz atiplada y unos ojos algo tristes pese a que sonríe mucho. Educada, con don de gentes. De hecho mantiene una galería de arte contemporáneo, con lo difícil que es mantener un negocio así en los tiempos que corren. Es fan del recientemente fallecido escritor, Paul Auster, premio Princesa de Asturias de las Letras, pero sobre todo le gusta el arte y explica a cada persona que entra, con paciencia y amabilidad, las tendencias o lo que más se lleva ahora mismo en el sector.
Arancha Osoro García (Oviedo, 1967) es propietaria de una galería del mismo nombre, aunque sus inicios fueron en el mundo de la comunicación. De ahí se pasó al arte y abandonó el periodismo y el marketing.
Es muy de Oviedo, como su familia, relacionada con los supermercados. De hecho, estaban en Gijón cuando ella iba a nacer y su padre decidió volver a Oviedo, por si acaso. Estudió en las Ursulinas del Naranco, «un colegio del que guardo un gran recuerdo porque nos lo pasamos muy bien. Mis amigas y yo nos quedábamos a comer y disfrutábamos en el colegio, aunque éramos algo gamberras. Eso sí siempre con el mandilón. Después nos mandaron al Auseva cuando la unión de los colegios, pero ya no fue lo mismo».
Se fue a estudiar Periodismo a Madrid y un máster de comunicación y marketing en Estados Unidos. Pero todo eso no le gustó demasiado, o no lo suficiente, y se decantó por su gran pasión, el arte. «Cuando estudiaba en Madrid venía mi madre a verme, la pintora Concha García, y me llevaba a todas las exposiciones que encontraba».
Volvió a Oviedo y en el año 2000 «me ofrecieron una tienda de enmarcaciones, Leónidas, que estaba en los bajos del Reconquista». Luego cogió otro comercio en el hotel para montar una galería de arte: «La primera exposición fue 'El erotismo', comisariada por Carlos Sierra».
Hoy sigue con su arte y con mucho movimiento en la galería de la calle Independencia, donde uno se sienta un rato y no deja de entrar gente atraída por la curiosidad del arte contemporáneo que expone.
Fuera de la galería Arancha Osoro tiene un hijo adoptado en Vietnam, Pablo, y disfruta de su tiempo libre entre el cine y la lectura. Acaba de terminar el libro 'La asombrosa tienda de la señora Yeom', del coreano Kim Ho-yeon, «muy bonito y muy vital», y recuerda con cariño entre sus películas favoritas la Trilogía: Tres colores, de Krzysztof Kieślowski. Aunque ensalza al director judío-alemán Ernest Lubitsch.
Arancha Osoro vive por y para el arte. «Vender arte es muy difícil porque es un intangible y la mayoría de la gente no le da importancia, y cada vez menos, porque obviamente la educación cultural es pésima porque en España se invierte muy poco en política cultural».
Vende arte contemporáneo, ve cine francés y coreano, le gusta Paul Auster y critica la política cultural española. No es una ovetense más, ni mucho menos.
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