Borrar
¿Quieres despedir a tu mascota? Puedes hacerlo en el nuevo canal de EL COMERCIO
Entre el público, Pablo Junceda o Purita de la Riva. ALEX PIÑA

«Durante su vida, Jaime Martínez fue un auténtico orfebre de la familia»

La Sociedad Protectora de La Balesquida celebra sus 90 años de historia proclamando socio de honor a título póstumo al expresidente de la Ópera

CECILIA PÉREZ

OVIEDO.

Jueves, 27 de febrero 2020, 00:43

Comenta

La Sociedad Protectora de La Balesquida vivió ayer uno de los homenajes más sentidos al que fuera uno de sus socios: Jaime Martínez González-Río.

El que fuera presidente de la Fundación Ópera de Oviedo y prestigioso neumólogo fue recordado en un acto en el que su viuda, Susan Schmickrath, recogió en el Teatro Filarmónica la distinción que lo reconoce como socio de honor, a título póstumo, de la Sociedad Protectora de La Balesquida que este año cumple nueve décadas desde que se fundara en 1930.

Jaime Martínez fue socio de la entidad y con él su familia. Algo que recordó el presidente de la institución, José Antonio Alonso: «Recuerdo a Jaime haciendo socio a su nieto, Enrique. Me dijo que ya eran ocho miembros de la familia y que para el próximo que me trajese le tenía que hacer descuento», recordó con humor.

Esa faceta familiar fue la que ayer se destacó en este homenaje. La más íntima por pertenecer a la esfera más personal de un hombre cuya «alma, incluso durmiendo, vestía bata blanca», ponderó Javier Gómez Tuñón, vicepresidente de la Sociedad Protectora de La Balesquida y amigo personal de Jaime Martínez. Fue el encargado de glosar la figura de «un hombre sin dobleces, que en todo momento miró a la vida de frente. Orgulloso de los suyos», destacó.

Porque los «suyos», su mujer, Susan Schmickrath y sus cuatro hijas, Adela, Carla, Marta y Susana, fueron para él «las fachadas» de un edifico construido «por un solo material, sólido, agradable a la vista, que es la familia», recalcó Gómez Tuñón. «Lo cierto es que Jaime, en su vida, fue un auténtico artesano de la familia. Qué digo, Jaime fue un orfebre de la familia».

Buena nota de ello fueron las fotografías familiares que acompañaron el discurso del vicepresidente de la Sociedad Protectora de La Balesquida. Imágenes de las Navidades en el salón de casa, de los paseos con sus nietos, de un matrimonio que destilaba amor. Todo acompañado de una suave música, a modo de banda sonora, de las distintas etapas de su vida. Como padre de familia, como médico, como deportista y como amante de la ópera.

Hubo tiempo para recordar anécdotas. Como cuando en el Teatro Campoamor se representaba la obra 'La vuelta de tuerca'. El escenario del Campoamor «era todo hielo», contextualizó Tuñón, y el niño de once años que debía actuar enfermó. «Lo hubo que ingresar en la antigua maternidad con 39 de fiebre» y tras dos días en el hospital, el pequeño salió a escena porque su madre decía que podía actuar pero «el estricto criterio médico de Jaime era que no podía salir». «Lo hizo para tranquilidad de todos menor de Jaime», apostilló.

El rugby también estuvo presente en esta entrega del título de socio de honor de La Balesquida. «Nunca Jaime dijo que quería más al rugby que a la ópera, su caballerosidad no se lo permitía, pero yo sé que su inclinación por el rugby no era una cuestión de preferencia. Tenía el mismo sentimiento que el buen padre siente por el hijo más débil».

El acto también sirvió para recorrer los noventa años de la Sociedad Protectora de La Balesquida que sobrevive gracias a «los prohombres carbayones, dignos vecinos de Oviedo que impidieron que desapareciera», recordó Carmen López Villaverde, secretaria de la institución.

El homenaje se cerró con un broche musical. El de un extracto de un aria de la ópera 'Norma' y un concierto, en directo, del Orfeón del Principado de Asturias.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio «Durante su vida, Jaime Martínez fue un auténtico orfebre de la familia»

«Durante su vida, Jaime Martínez fue un auténtico orfebre de la familia»