«Tenía una voz preciosa, aterciopelada y absolutamente inconfundible»
La basílica de San Juan El Real acogió ayer la última despedida a la catedrática de Canto del Conservatorio Celia Álvarez Blanco, que falleció el sábado a los 91 años de edad.
Numerosas personas como el presidente y el director artístico de la Ópera de Oviedo, Juan Carlos Rodríguez-Ovejero y Celestino Varela, respectivamente, acudieron a dar el pésame a la familia, con sus sobrinas al frente. También, la doctora en Filología Ana Cristina Tolivar quien recordó que Álvarez Blanco «le enseñó a cantar; tenía una voz preciosa, aterciopelada y absolutamente inconfundible». Además, añadió, era una profesora de canto «excepcional». Entre los profesionales a los Álvarez Blanco formó también figuran Begoña García Tamargo, Belén Genicio, José Ramón Alonso o Marina Prado.
«Era una mujer excepcional y tenía un arte especial para conocer las voces y recuperarlas». Un don que destacó el párroco Javier Suárez, que presidió la misa. «Ayudó a don Ezequiel a recuperar la voz y la palabra después del accidente que sufrió en el Huerna cuando volvía a su destino tras ver al Papa en la visita que hizo en 1989». «Estamos en duelo y tristes porque ha muerto una mujer creyente y ejemplar. Era una gran profesional del canto», prosiguió.
Celia Álvarez Blanco
El concejal delegado de Servicios Básicos y profesor del Conservatorio, Daniel Tarrio, la exedil María Ablanedo o el abogado Pablo Mori tampoco faltaron al funeral.
Álvarez Blanco nació el 17 de mayo de 1933 en San Martín del Rey Aurelio y era la menor de tres hermanos. Ya de niña, según su familia, despuntaba por ser «bastante juguetona y cantarina». Además de al Teatro Campoamor, llevó su voz a escenarios nacionales e internacionales. Sus restos descansan en la iglesia de San Melchor de Quirós.