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La Fura dels Baus recurrre a su particular universo visual para dar vida a la cantata de Carl Orff. La Fura
«Carl Orff hizo lo más difícil, la música, y abrió a la imaginación la puesta en escena»

«Carl Orff hizo lo más difícil, la música, y abrió a la imaginación la puesta en escena»

La Fura dels Baus llega hoy al Teatro de la Laboral con su particular manera de ver, oír y sentir la obra lírica de Carl Orff 'Carmina Burana' | Carlus Padrissa, uno de los fundadores de la compañía, anuncia un espectáculo impactante que sigue siendo arriesgado diez años después de su estreno

M. F. Antuña

Gijón

Viernes, 1 de febrero 2019, 11:51

Cuarenta años cumple este 2019 la Fura del Baus y lo celebrará con cuarenta horas de fiesta en el mes de julio (19, 20 y 21) en Badalona que servirán para mirar atrás y ver riesgo, creatividad, inconsciencia, lírica y violencia, para alumbrar una manera de hacer teatro rupturista, esférica, que no deja a nadie indiferente y que ha ido ganando peso, consistencia y prestigio, de manera muy especial en el universo de la ópera. Hoy llega al Teatro de la Laboral para quedarse hasta el domingo su particular mirada hacia 'Carmina Burana', un espectáculo estrenado hace diez años en San Sebastián en el que se dan cita todos los ingredientes de la Fura y que dirige uno de sus fundadores, el director de escena Carlus Padrissa. «Para seguir sorprendiendo al público hay que arriesgar, aquello de llegar por tierra, mar y aire, eso que es algo muy de la Fura y que nosotros nunca vamos a soltar. Que un cantante salga sentado en una silla no tiene nada de especial, si lo sacas volando lo conviertes en un semidiós», explica Padrissa desde Múnich donde estos días ultima la ópera 'Carlos V' apenas una semana después del estreno de 'Thamos' en el mismísimo Salzburgo, donde Mozart es pura religión y donde han puesto a cantar a los intérpretes en diferentes idiomas -árabe, tailandés, alemán, castellano-. Está en Múnich y la ciudad bávara tiene su aquel para hablar de 'Carmina Burana': «Aquí fue donde Carl Orff compuso la obra», anota. Y añade que esta es la pieza que más se ha representado de él, que con ella el alemán «consiguió un 'hit', algo así como cuando Los del Río hicieron 'La Macarena'».

No le falta razón. La obra la compuso entre 1935 y 1936 a partir de 24 poemas del códice integrado por 300 obras, en su mayoría en latín, alemán y francés, que se escribieron en los siglos XII yXIII y que fueron hallados en 1803 por Johann Christoph von Aretin en la abadía de Benediktbeuern. Son un canto a los placeres de la vida, al amor carnal, al goce de la naturaleza, con una mirada crítica y satírica hacia los estamentos sociales y eclesiásticos de la época, de modo que la inspiración para la Fura estaba clara. «Hay quienes piensan que Carmina Burana es una mujer, y en realidad nosotros decidimos que lo es, porque Carl Off puso las arias más importantes en la voz de una mujer», explica el director de escena, que ve un punto feminista en una obra lírica que incluye una pieza que define un orgasmo a la perfeccción.

Hace diez años que parió esta creación que juega básicamente con la luz y que se mantiene joven pese al tiempo. «No ha pasado de moda, es una obra muy ritual y no quiere que la jubilemos, no ha perdido nada, sigue siendo muy coherente», reflexiona el artista, que vio en la propia composición de Orff una orden expresa a lanzarse a la creación sin miedo a nada. «Carl Orff hizo lo más difícil, que es la música a partir de esos poemas de la Edad Media, pero en la misma partituta puso que era una cantata escénica para dar rienda suelta a la imaginación, para crear libremente», subraya.

Él y sus compañeros de la Fura simplemente obedecieron para llevarla a su universo. Y la música en directo la envolvieron sobre un cilindro de diez metros de diámetro que circunda a los músicos, mientras que las imágenes proyectadas van ilustrando la obra. Hay una luna gigante, un éxtasis floral, una vendimia, un deshielo, tabernas, cantantes colgados de grúas y sumergidos en agua, vino y fuego. «Hay sincronía entre música y acción», anuncia el director catalán, que subraya que no existe escenografía como tal, sino que la luz es la que lo acompaña todo, que las grúas hacen volar a los artistas, que el viaje de una fémina que pasa de niña a mujer es visualmente epatante, inédito, singular a los ojos de quien mira. No fue fácil llega a él. Requirió pruebas hasta alumbrar el 'show' que desde hace diez años han visto más de 200.000 espectadores.

Son medio centenar de personas las que salen a escena para dar vida a la música de Orff y César Belda, director musical de una función con dramaturgia de Padrissa. Una soprano, un contratenor, un barítono y una actriz se acompañan de un coro formado por ocho sopranos, cinco mezzosopranos, cinco tenores y otros cinco barítonos. La música la ponen dos pianos, flautas, contrabajo, timpani y percusión.

El cóctel es molotov, es de todo menos triste y aburrido, tiene mucho de mágico, de envolvente para los ojos que miran, para los oídos que escuchan, y también para el resto de sentidos. No hay que olvidar que los artistas rompen la frontalidad del escenario para hacerse visibles desde otros puntos, que el vino está presente, que el gusto, el tacto y el olfato también entran en juego.

Poner todos los sentidos a funcionar ha sido siempre una máxima de la Fura dels Baus, que en 1979 echó a andar y desde entonces no ha parado. Teatro, ópera y macroespectáculos han ido cimentando una trayectoria que les ha hecho una compañía de culto. «Teníamos una energía enorme cuando empezamos, había muerto Franco, la gente vivía en las calles y no sabíamos qué quería decir libertad. Nos metimos a hacer teatro para vencer la timidez, y nos fue muy bien, estuvimos en el lugar perfecto en el momento preciso, ofrecimos al público todo mezclado y el público se volvió furero, se volvió como nosotros éramos», reflexiona Padrissa, sabedor de que a su torrente de creatividad se ha sumado el ingrediente de la casualidad. Pero no es por casualidad que sigan creciendo y que hayan hecho de la ópera su territorio más querido y prolijo: «Es la creación más grande que se puede hacer en un interior, es arte global y total y entra por todos los sentidos», concluye.

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