«Un paso más en la vida de la sidra»
La fabricación casera de esta bebida se convierte en protagonista con la celebración de su primer concurso en Gijón, que reunirá el viernes en la plaza Mayor a casi sesenta llagareros
«Cada vez somos más», y es una buena noticia. La fabricación casera de la bebida insigne de Asturias tiene por primera vez un hueco en la Semana de la Sidra de Xixón con la celebración de su primer concurso el viernes a las 12 horas, en la plaza Mayor, en un evento que reunirá a 58 de estos elaboradores que utilizan sus propios recursos y los métodos tradicionales. Cada vez son más y se nota, y así lo asegura José Manuel Costales, uno de los participantes, animado por la repercusión que presumiblemente tendrá esta iniciativa en el futuro reconocimiento de su trabajo. «De nosotros, los que hacemos sidra para casa y para los amigos, nadie se acordaba», pero ahora avanzan paso a paso para que esta parte esencial de la cultura sidrera no se vuelva a olvidar.
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Detrás del concurso está, con la colaboración del Ayuntamiento de Gijón, la recién creada asociación El Culete Moyáu, una agrupación que nace con la intención de proteger «una parte esencial de la identidad asturiana». Y con la celebración de este concurso pretenden, ahora, «equipararnos a concejos vecinos», como Villaviciosa o Piloña, con un concurso «que tenga cierto nivel», explica Manuel Castro, su presidente. «Uno de los objetivos era realizar formaciones y captar socios para poder hacer el concurso, porque necesitábamos tener visibilidad».
Y qué mejor lugar para conseguirla que la plaza Mayor, en el contexto de la semana de la Sidra y con la participación, además, de la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, encargada de ofrecer el pregón inaugural, y del presentador Laude Martínez, que hará de maestro de ceremonias de un evento que promete convertirse en una más de las tradiciones del verano gijonés. «Lo ideal sería llenar la plaza», anhela Castro. «Y poder seguir haciéndolo todos los años».
Los llagareros participantes, un total de casi sesenta, reconocen la importancia de poner en valor este arte que es «parte de la cultura asturiana» y que «está muy vivo en la zona rural de Gijón», expresa Carmen Pérez a las puertas de la segunda semifinal del concurso. «Para nosotros es importante poder compartir entre todos, y con el resto del público, cómo entendemos la cultura de la sidra», que tiene un innegable carácter comunitario, pues es un trabajo que se hace «con la familia y amigos» y también para ellos. Y ahora, además, «gracias a los medios técnicos, tenemos unas bebidas hechas en casa muy correctas, muy dignas y muy sanas», destaca, porque «algunas marcas comerciales pueden abusar de la química». Al final, resume esta llagarera, «cuando uno hace una cosa para su propio consumo, pone todo el esmero del mundo; escoge la manzana, utiliza una buena materia prima y lo hace con mucha limpieza en los llagares para que no haya contaminaciones que estropeen el trabajo».
Comparten todos los concursantes el mismo entusiasmo, pues esta iniciativa, asegura José Luis Palacio, «es un paso más en la vida de la sidra». «Nosotros no vamos a ganar nada», pues participan de manera altruista solo motivados por las ganas de compartir su producto con un público nuevo. «Pero cuanta más sidra se pruebe, la gente más consumirá. Va a ser muy bueno para todos los llagareros», expresa animado.
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Enseñar e inculcar
Es un paso más, efectivamente, porque mantener viva la cultura sidrera, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, pasa por cuidar también la forma en que se consume fuera de bares y restaurantes. «Es esencial para que esto no se muera», afirma José Manuel García. «Ahora ya no se bebe sidra, se consume sidra». «Para mí, el consumo tal como se hacía antes, ya ha muerto». Y compartir la de casa, la de siempre, ayudará «a fomentar que la gente joven vaya teniendo en cuenta todo esto y que, aunque no la consuma como se hacía antes, no se llegue a perder del todo». El cambio es evidente, pues los tiempos han cambiado y las costumbres, claro, también. «La gente joven toma cerveza, copas... y lo de la sidra está un poco marginado», lamenta. Es así por muchos motivos: «Lo primero, porque la sociedad cambió, los horarios de los bares ya no son los mismos, ya no hay servicio de barra en muchos sitios, no te la escancian... todo eso va en perjuicio de la cultura en general».
Pero el esfuerzo por mantenerla tiene su recompensa y los resultados del impulso que ha habido desde que se constituyese la asociación, afirma Ceferino Alonso, «están yendo muy bien». «Toda la vida, y en todos los pueblos, se hizo sidra en todas las casas»; se trata ahora de impedir que caiga en el olvido. «Si nadie lo enseña y no se inculca, se acabará».
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De momento, el concurso servirá para que «se reconozca el trabajo de los particulares», dice también Silvia Fernández, que hace su propia bebida desde hace solo cuatro años, prueba de que esta práctica se puede mantener y recuperar. «A la gente joven le gusta la sidra», asegura. Garantizar su futuro está en sus manos y los llagareros, mientras puedan, se esforzarán por hacérsela llegar.
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