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Ignacio Prendes, Susana López Ares, Adriana Lastra y Sofía Castañón posan para EL COMERCIO en el IES Fernández Vallín de Gijón.
Ante el examen de recuperación

Ante el examen de recuperación

Después del suspenso de diciembre, los partidos tratan de aprobar a la segunda la asignatura de formar gobierno | PP-Foro parte como favorito en la carrera electoral, con PSOE y Unidos Podemos en dura pugna por la hegemonía de la izquierda y con Ciudadanos en el papel de partido ‘bisagra’

andrés suárez / ana moriyón

Jueves, 9 de junio 2016, 03:35

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La convocatoria de diciembre se saldó con un rotundo fracaso de los partidos a la hora de superar la asignatura de formar gobierno, enrocados en unas diferencias insalvables que cerraron el camino a cualquier acuerdo, así que sus candidatos vuelven a someterse el próximo día 26 al examen de las urnas, a una recuperación que se antoja decisiva porque todos asumen que unas terceras elecciones ya serían una catástrofe. EL COMERCIO reunió esta semana a los cabezas de cartel de PP-Foro, PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos por Asturias en el IES Fernández Vallín de Gijón para dar el pistoletazo de salida a una campaña que se antoja intensa e incierta, con los populares arrancando como favoritos, en virtud de su triunfo el pasado 20-D, aunque en dura pugna con Ciudadanos, formación con la que compite en un mismo espacio ideológico pero que aspira a jugar el papel de bisagra capaz de pactar a izquierda y derecha en función de las circunstancias. Más apretada aún se presenta la batalla entre el PSOE y la confluencia de Podemos e IU, con los primeros intentando erigirse en alternativa real a Mariano Rajoy al tiempo que resisten la efervescencia de la nueva política, y con los segundos en busca del sorpasso que les convierta en principal referencia de la izquierda. A partir de esta medianoche hay quince días por delante para intentar convencer a un electorado desencantado de que las siglas propias son mejores que las ajenas para gobernar el país durante los próximos cuatro años. El escenario está muy abierto.

Los comicios del 26-J representan una suerte de vuelta al pasado, a seis meses atrás, como si el tiempo transcurrido entre negociaciones fallidas, reproches mutuos y exigencias cruzadas de responsabilidades no hubiera existido en realidad. Todos los partidos, tanto en España como en Asturias, repiten candidatos, desechando la posibilidad de introducir cambios que dieran a entender que se asume algún tipo de culpa por lo ocurrido. También son prácticamente calcados los programas electorales, algo lógico si se tiene en cuenta que las necesidades del país o de la comunidad siguen siendo por lo general las mismas que hace medio año. Lo que sí ha cambiado, y notablemente, es el clima político, el terreno en el que se desenvuelve la contienda.

Cualquier observador mínimamente interesado en el devenir de los acontecimientos habrá comprobado que el debate entre la nueva y la vieja política, el eje de la campaña del 20-D, ha quedado definitivamente liquidado. Podemos y Ciudadanos han entrado en las instituciones y, para bien o para mal, forman ya parte del sistema. Ahora el panorama ha dado un giro de 180 grados. Ha vuelto la tradicional dicotonomía entre derecha e izquierda, un espacio ideológico en el que cada uno juega sus bazas como mejor lo cree oportuno. El PP, que en Asturias concurre aliado con Foro, a partir del mensaje de Rajoy o el caos con el que intenta presentar al resto de opciones en liza como una amalgama de radicalismos que amenazan con torcer la recuperación de la economía. El PSOE, con un discurso moderado y personajes que despiertan simpatía general Josep Borrell o Margarita Robles que le permitan pescar en el caladero centrista pero sin descuidar su flanco izquierdo, que intenta cuidar por la vía de ambiciosas propuestas de política social. Unidos Podemos es quizá la marca que emprende un camino más radical al tratar de fusionar la propuesta transversal con la que nació y creció la formación morada y la inequívoca imagen de izquierdas que proyecta IU. En cuanto a Ciudadanos, sigue esforzándose por presentarse como una alternativa centrista capaz de pactar con unos y otros atendiendo al momento concreto, aunque tiene que pelear con un PP que a cada momento le recuerda su fallido acuerdo con el PSOE para hacer presidente a Pedro Sánchez.

Indefinición

El panorama está marcado, pues, por la indefinición y la incertidumbre. Lo está, desde luego, en España, donde los diferentes sondeos publicados vuelven a dar la victoria al PP, si bien sin garantía alguna de, incluso pactando, acercarse a los 176 escaños que otorgan la mayoría absoluta. Encuestas que sitúan a Unidos Podemos por encima del PSOE, en un vuelco histórico que pondría a los socialistas en una posición tremendamente complicada. En realidad, en la mente de todos está una división en dos bloques PP y Ciudadanos por un lado y PSOE y Unidos Podemos por otro sin que ninguno de los dos tenga la certeza de que aglutinará los diputados suficientes para formar gobierno.

Tampoco las cosas están del todo claras en Asturias. Como en el ámbito nacional, el debate está muy polarizado: por un lado, el PP, que repite coalición con Foro y se presenta como garante del continuismo y la estabilidad, y por otro el resto, que, cada uno con sus matices, abanderan opciones de cambio. Fuera de ese trazo grueso, de la batalla estrictamente política y partidista con el guión y la imagen de los líderes estatales como fondo, hay poco margen para los discursos propios, con excepciones como el carbón, como se puede ver en estos momentos. Es verdad, además, que los escaños que se reparten son tan pocos ocho que las posibilidades de una modificación sustancial son reducidas. En diciembre el PP se hizo con tres diputados, mientras que PSOE y Podemos, por este orden, se llevaron dos cada uno y Ciudadanos se quedó con el último en liza.

Con Susana López Ares al frente, doctora en Ciencias Económicas y Empresariales, profesora de la Universidad de Oviedo y ya con bagaje político a sus espaldas después de cuatro años en la Junta General y estos escasos meses en el Congreso, la coalición PP-Foro busca repetir victoria y alcanzar un cuarto escaño que, no obstante, en el partido se ve más como un reto casi inalcanzable que como una realidad práctica. La derecha asturiana concurre de nuevo unida a estos comicios con el discurso de la recuperación económica por bandera, el intento de recuperar el apoyo de quienes el 20-D se refugiaron en la abstención o huyeron a Ciudadanos como objetivo y un programa electoral conjunto reivindicativo ante Mariano Rajoy en defensa de las prioridades de la región como sustento. Aunque quizá en este último punto se encuentren sus principales debilidades, con las demoras en la variante de Pajares y los ajustes aplicados sobre la minería y las cuencas como ejemplos. Los populares buscan respaldo en el ámbito sectorial. Ayer, López Ares propuso la creación de una marca España de la carne.

Segundo en diciembre, aunque ya superado por Podemos en los grandes núcleos urbanos, el PSOE intenta resistir ahora la efervescencia de la confluencia de la izquierda alternativa a la par que trata de presentarse ante la ciudadanía como única opción posible frente a Rajoy. Adriana Lastra, curtida en la Junta General entre 2007 y 2015 y que compagina la candidatura con la secretaría de política municipal del partido, lidera un cartel que tiene precisamente como bazas lo que para el PP son lastres: la falta de plazos para la conclusión del AVE y el negro futuro de la minería, cuestiones ambas que se compromete a encarrilar. Los socialistas juegan en Asturias a presentarse como alternativa de cambio sensato y razonable a la derecha, con un discurso moderado que ahonda en el perfil de izquerdas por la vía de la defensa de políticas sociales avanzadas.

«Ilusión»

Esa segunda posición del PSOE, e incluso la primera del PP si las cosas salen como se pretende, aspira a asaltar Unidos Podemos. «Representamos ilusión en un momento complicado», señaló ayer su número uno, Sofía Castañón. Filóloga que desde el terreno de la producción audiovisual ha dado el salto a la política, pone rostro a la confluencia de la formación morada e IU que quiere dejar definitivamente en el olvido las diferencias internas que este proyecto sufrió en su arranque en Asturias y lanzarse a la conquista de un espacio de gobierno desde el que plantear un verdadero golpe de timón a las políticas desarrolladas por la derecha en estos años desde la Moncloa. Y también, y por extensión, a las aplicadas por el PSOE en Asturias, en vista de que para Podemos el Gobierno socialista de Javier Fernández no deja de ser un mero brazo ejecutor de las decisiones de Rajoy.

La cuarta formación en la pelea, Ciudadanos, vuelve a optar por Ignacio Prendes como aspirante. Abogado, con una legislatura especialmente convulsa, la 2012-2105 en la Junta General, como bagaje político, el candidato de la formación naranja batalla con el PP, que intenta recuperar ahora los votos que la formación naranja le arrebató en diciembre. El partido quiere ocupar un espacio de centralidad al que renuncian otras formaciones, sin encasillarse en un perfil concreto y abierto a pactar a izquierda y derecha en función de las circunstancias y del momento. Desprenderse de la etiqueta de marca blanca del PSOE que le atribuye el PP es una de sus prioridades.

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