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Adrián Barbón y Ramón Argüelles sellan con un apretón de manos el acuerdo entre PSOE e Izquierda Unida sobre los presupuestos de 2019, en presencia de Gimena Llamedo y Elsa Valle, ayer, en Oviedo. ÁLEX PIÑA

La izquierda abre la puerta a un gobierno de coalición en Asturias a partir de 2019

PSOE e IU se hacen guiños para el futuro en la firma de su acuerdo presupuestario, con Podemos también por la labor de asumir un papel activo tras las elecciones

ANDRÉS SUÁREZ

OVIEDO.

Jueves, 29 de noviembre 2018, 04:23

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Suenan tambores de cordialidad en la izquierda asturiana que amortiguan el ruido de las continuas broncas que PSOE y Podemos han protagonizado en los tres años largos que van de legislatura, con IU también metida en muchas de esas escaramuzas. El acuerdo sobre los presupuestos de 2019 representa un punto de inflexión en esa política belicista, a la espera de comprobar si la sintonía que se ha conseguido en los números se extiende también al carrusel de leyes que aguardan en la Junta General el remate de su tramitación. Pero la mirada de todos los actores ya se sitúa un poco más allá, en el escenario que pueda surgir después de las elecciones autonómicas de mayo. La reedición de un arco parlamentario similar al actual en el que la izquierda goce de una amplia mayoría parece a estas alturas una posibilidad bastante factible. Y ya comienzan a oírse mensajes que sostienen que el enfrentamiento continuo no puede ser una opción y que apuntan la posibilidad de un gobierno de coalición. Desde Podemos ya se ha deslizado ese discurso con el que ayer, aunque con distinto grado de intensidad, coquetearon PSOE e IU.

Los líderes de ambas formaciones, Adrián Barbón y Ramón Argüelles, sellaron en Oviedo el acuerdo que constata el respaldo conjunto al proyecto presupuestario del próximo ejercicio. Unas cuentas «sociales», presumió el secretario general de la Federación Socialista Asturiana. Un documento «de izquierdas» alejado de los tintes de radicalismo que le afea la derecha y en concreto el PP, añadió el coordinador de Izquierda Unida.

Zanjado el capítulo del presupuesto, la mirada ya se pone en el medio y el largo plazo. Tanto Argüelles como Barbón fueron interpelados sobre la posibilidad de que, en caso de que las urnas así lo apunten, la próxima legislatura esté marcada por un periodo de estabilidad, con un gobierno de coalición como opción más evidente. El primero fue concluyente. «Ningún problema. ¿por qué no?», espetó. El segundo moduló más el mensaje, aunque también dejó abierto ese camino. Primero deben pronunciarse los ciudadanos, reflexionó el dirigente socialista, en unas elecciones ante las que el partido sale «a ganar y gobernar». Pero, a renglón seguido, matizó que es posible que haya que «gobernar la pluralidad», dando así carrete a los acuerdos postelectorales que puedan tener que abordar PSOE, Podemos e IU.

¿Acuerdos a dos? ¿A tres? Para eso queda mucha tela que cortar. Si los números dieran, la opción de un gobierno de coalición de PSOE e IU satisfaría a ambas partes. Los dos partidos se conocen, tienen experiencia de gestión juntos en el pasado e incluso en esta etapa de fragmentación política han sido capaces de llegar a puntos de consenso. El problema de esa maniobra son los escaños. PSOE e Izquierda Unida suman hoy 19 y llegar a la frontera que otorga la mayoría absoluta, 23 diputados, se antoja complicado aunque en modo alguno es descartable. De ahí que la hipótesis de un tripartito que incluya a Podemos esté, con todas las reservas que implica hacer un análisis postelectoral a seis meses de los comicios, también sobre la mesa.

El partido morado ya ha emitido señales favorables a algún tipo de entendimiento postelectoral entre las fuerzas de la izquierda. Su portavoz, Enrique López, deslizó en el debate sobre el estado de la región que los gobiernos en minoría, como el actual que preside Javier Fernández, no se repetirán en el futuro cercano. Y el pasado lunes, cuando anunció el apoyo de su formación a los presupuestos, ahondó en esta tesis y apuntó que Podemos quiere ser, en adelante, fuerza de gobierno para llevar a la práctica las medidas de su programa político.

Antes de todo eso los ciudadanos deberán decidir en las urnas. Y los partidos buscan hacer calar sus mensajes. Barbón fue ayer muy concluyente al alertar de la deriva de las fuerzas de la derecha asturiana hacia posiciones «extremas». Un discurso contra el PP, como principal fuerza de ese espectro ideológico que es, pero también contra Ciudadanos, a cuyos dirigentes afeó haber «renunciado a la moderación» para competir con el Partido Popular por posiciones más duras. Los socialistas, que priorizan el discurso de izquierdas, ven ahí un caladero a explotar, el del votante de centro cuyo voto oscila según las circunstancias políticas pero que huye de las posiciones más radicalizadas.

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