La 'crisis de la carne' sube la tensión en el Gobierno y lleva a Pedro Sánchez a desautorizar a Garzón
El presidente declara su gusto por el «chuletón al punto» para zanjar una polémica que llega a las puertas de una posible remodelación de carteras
xabier garmendia
Viernes, 9 de julio 2021, 04:39
Al más puro estilo 'fast food', el Gobierno de coalición cocina polémicas internas a una inusitada velocidad. En esta 'fast politics', la receta es casi siempre la misma. Basta un tuit para encender la llama y el enfrentamiento llega rápidamente al punto de ebullición. El penúltimo plato tiene como ingrediente la carne roja, después de que Alberto Garzón lanzara el miércoles una campaña contra su consumo abusivo. Esta vez el hambre apenas tardó en saciarse un día, todo lo que aguardó Pedro Sánchez para desautorizarle: «A mí, donde me pongan un chuletón al punto... Eso es imbatible».
La inesperada crisis ha evidenciado que la tensión entre PSOE y Unidas Podemos sigue a flor de piel tres meses después de que Pablo Iglesias abandonara el Gabinete para salvar a su partido de la extinción en la Asamblea de Madrid. Si no es por el Salario Mínimo, es por la reforma fiscal o la ley de vivienda. Ahora, el claro paso adelante que dio ayer Sánchez para reprobar la actitud de su ministro de Consumo deja a las claras que ya ni el propio jefe del Ejecutivo se esfuerza en disimular las diferencias que existen entre las dos patas de la coalición.
Desde luego, si Garzón quería abrir un debate, lo ha hecho. Pero aún está por ver a qué precio, a las puertas de una posible remodelación del Gobierno en la que aparece como firme candidato a salir.
La chispa prendió el miércoles, cuando lanzó en Twitter una inesperada campaña contra la ingesta abusiva de carne roja. «¿Qué pensaríais si os dijera que el consumo excesivo de carne perjudica nuestra salud individual y también la del planeta?», abrió fuego. En un vídeo de seis minutos, se escudaba en datos como que «el 14,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero proviene de la ganadería, especialmente de las macrogranjas» y que «para que tengamos un kilo de carne de vaca se requieren 15.000 litros de agua».
El pronunciamiento no tardó en provocar una auténtica catarata de reacciones. La oposición pidió su cabeza por «demonizar» a los ganaderos, y varios mandatarios autonómicos salieron en defensa de un sector que genera unos 26.000 millones de euros al año, el 2,2% del PIB de España. «En Madrid se dicen muchas tontás (sic). Tenemos un ministro que se está inventando su cargo todos los días y dice que no hay que comer carne, con lo que eso implica para miles de puestos de trabajo del sector cárnico», lanzó el socialista Emiliano García-Page, de Castilla-La Mancha.
Este debate, en realidad, no es nuevo. Organismos como la OMS y el panel de expertos en cambio climático de la ONU han advertido de la necesidad de aminorar su consumo por la afección a la salud y al medio ambiente. Tampoco el propio Gobierno es ajeno a esta situación. De hecho, el plan 'España 2050' que Sánchez y sus asesores vendieron en mayo a bombo y platillo hace inequívocas referencias a ello. «En las próximas décadas, la población española tendrá que reducir su ingesta de alimentos de origen animal», recomienda el documento.
Sea como fuere, quedó claro que la posición de Garzón no es compartida por todo el Ejecutivo. El líder de IU trató de hacer ver en un primer momento que tenía el beneplácito del titular de Agricultura, Pesca y Alimentación, pero Luis Planas no solo lo desmintió sino que denunció haber sido «utilizado». Poco habituado a ser el centro de atención, no vaciló en su defensa a ultranza del sector cárnico frente al «falso problema» generado por su compañero.
El remate final llegó desde Vilna, la capital lituana en la que Sánchez escenificó la más clara desautorización a un miembro de su Gabinete en los tres años que lleva en Moncloa. Su declarado gusto por el «chuletón al punto» fue escuchado en riguroso directo por Garzón, que se encontraba en una de las múltiples entrevistas que concedió ayer para explicar su campaña. Con evidente cara de circunstancias, admitió: «No lo esperaba».