Calma tensa en el último día de mercado
El Tartiere tuvo actividad hasta última hora de la noche, aunque la dirección deportiva no cerró ningún fichaje más
MARÍA SUÁREZ
OVIEDO.
Viernes, 2 de septiembre 2022, 01:02
La tarde noche transcurrió con aparente tranquilidad, como si no fuera con las oficinas eso del cierre de mercado, pero lo cierto es que el ... movimiento era el habitual de quien no descarta que la noche se alargue. A eso de las nueve, el gerente del club David Mata abandonaba el estadio en su coche, pero pocos minutos después la cena en forma de pizzas llegaba al interior de las instalaciones azules. Y media hora más tarde lo hacía el responsable de Relaciones Institucionales César Martín, también en su vehículo particular y dirigiéndose directamente a las entradas del Tartiere por la rampa del aparcamiento. Toda la vida que podían tener los despachos la tenían a eso de las diez de la noche los del Carlos Tartiere. Se apagaron las luces tras grabar unos planos al encargado de llevar la cena y todo lo que se tenía que cocinar se puso a fuego lento sobre los fogones de Tito Blanco.
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Mientras, operaciones como la llegada del exoviedista Pombo al Racing y la cesión del jugador del Valladolid Hugo Vallejo a la Ponferradina se iban cerrando al tiempo que se iba agotando el plazo. Raúl Navas también hacía las maletas a esa última hora, pero rumbo al Mirandés. En el Oviedo, la calma tensa se fue alargando sistemáticamente hasta las doce de la noche sin que nadie abandonase las instalaciones, pero sin que ese trabajo se tradujese finalmente en nuevas incorporaciones.
Tito Blanco llegaba a esta jornada con casi todo el trabajo hecho. El primero en llegar, herencia de Rubén Reyes, fue un Quentin Braat que abrió una puerta que luego atravesarían el central Oier Luengo y el lateral Carlos Pomares. El alicantino siguió apuntalando el equipo desde la defensa, alicatando el otro lateral con la llegada de Miguelón y completando el izquierdo con el primer fichaje azteca, el tuzo Alonso Aceves. Los deseos de Jon Pérez Bolo se iban a hacer realidad poco después con el 'sí, quiero' dado por Sergi Enrich a su propuesta de acompañarle a la capital asturiana. Tras él, un nuevo refuerzo con acento inglés pero sangre mexicana, la segunda apuesta directa de Pachuca desde su llegada: Marcelo Flores. El jugador del Arsenal convencía a Tito de entre toda la lista de opciones que el nuevo máximo accionista ponía a su disposición, y el centrocampista se convertía así en el séptimo refuerzo cerrado por el alicantino en su primer mercado como oviedista. No iba a ser esa la guinda de un pastel al que le faltaba el ingrediente fundamental: un centro del campo sobre el que apuntalar la estructura del proyecto.
El primer paso en esa dirección se dio para cerrar la incorporación de Ángel Montoro, opción personal de Tito que se acabó imponiendo a las peticiones de futbolistas como Sielva, del gusto del entrenador vizcaíno pero por el cual no se llegó a negociar.
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Con la Liga ya iniciada fue otro mediocentro, sin hueco en Primera División, el que concentró todos los esfuerzos de la dirección deportiva azul: Koba Koindredi. Aunque hubo que esperar, el francés acabó recalando en las filas del conjunto carbayón justo a tiempo para debutar ante el Racing de Santander. Su llegada tampoco supuso el broche a una plantilla en la que, de haber oportunidad de última hora, iba a cerrarse una operación más «a bajo coste». Un anuncio que mantuvo en vilo al oviedismo hasta el último minuto de mercado.
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