«La conservación del parque natural no debe recaer solo sobre los vecinos»

Llegó a la dirección del Parque Natural de Somiedo hace cinco años, fascinado por «la identificación de la gente» con este espacio protegido. Luis Fernando Alonso Sierra (Cudillero, 1970) defiende el equilibrio entre la conservación y el desarrollo y confía en que el Instrumento de Gestión Integral (IGI) «sea capaz de definir las limitaciones que provoca el espacio natural en las actividades que se desarrollan en el territorio y la forma de compensarlas».

-En una ocasión dijo que solo quería ser director de este parque natural. ¿Lo mantiene?

-¿Dije eso? (Se ríe). Me gusta mucho este parque, sobre todo, socialmente. En pocas zonas el equipo de fútbol del pueblo tiene en su escudo el logotipo del parque natural. Esa identificación con el territorio me fascina. Dicho esto, cualquier parque de la Cordillera Cantábrica me parece atractivo y sería un reto dirigir otros espacios con menos apoyo social.

-El Principado anunció a finales de 2019 que el IGI estaba «a punto de salir a información pública». ¿Cómo avanza?

-Hicimos una participación pública el año pasado. Trabajamos muy intensamente con la gente para redactar las normas que regulan las actividades. Eso ya está redactado. También trabajamos las medidas de conservación de los hábitats. Falta la tercera parte, que es identificar las limitaciones a las actividades que se desarrollan en el territorio para buscar unos mecanismos que las compensen. La conservación no tiene que recaer solo en los vecinos, sino en toda la sociedad. Cuando esté listo, supongo que el año que viene, se sacará a información pública para ponerlo en vigor lo antes posible.

-Este año creció el turismo de naturaleza. ¿Se teme una masificación en Somiedo?

-El confinamiento creó la necesidad de volver a la naturaleza, pero la sociedad está metida en un consumo muy rápido que también se traslada al turismo: gente que viene para la foto en Instagram. Esto hace que haya masificaciones. En agosto se observaron casos puntuales en días concretos y zonas concretas, como los aparcamientos de La Farrapona y de Valle de Lago.

-¿Se prevé alguna regulación en este sentido, similar a la de los Lagos de Covadonga?

-No se plantea, de momento, ningún programa de este tipo, pero tampoco sería descartable si hubiera esa masificación. El Plan de Sostenibilidad Turística, con una subvención de cerca de 2 millones de euros, destinará una parte a evitar esa masificación puntual. No sé si mediante comunicación a través de pantallas o con otros sistemas.

-¿Qué carga puede soportar el parque natural?

-El turismo, cuando pasa de ciertos niveles, destruye la identidad del territorio. No se integra. No sé cuáles sean esos niveles, quizás es algo que tendríamos que afinar.

-¿Cuántas visitas recibió el enclave natural?

-Ha sido un año extraño. Además del confinamiento, el distanciamiento social hizo que muchos visitantes no hiciesen cola en el centro de interpretación. Pese a todo, en agosto hubo 7.000 consultas, que serían similares a otros años, pero hubo menos horas de atención al público.

-Este verano se criticó el trastorno generado por cierto turismo a los vecinos ¿Hubo algún episodio en Somiedo?

-No conozco ninguno. Ese es un turismo que tiende a no respetar las costumbres por desconocimiento. No se dan cuenta de que hay personas que están realizando una labor ganadera que tiene que ser respetada. Por eso es tan importante educar.

-¿Cómo se regula la observación de fauna salvaje en el Parque de Somiedo?

-Tratamos de regularlo a través del IGI, con un apartado específico que define cuáles son los puntos de acceso libre y sus normas.

-¿Qué fue del mirador que se proyectaba en Pola de Somiedo?

-Está casi terminado. Será el referente de todos los miradores. Intentaremos que sea un punto de información sobre todo el parque y lo que se puede ver, más allá del oso. Habrá información sobre rutas, etnografía, museos...

-Respecto a la fauna, puso en marcha una experiencia para luchar contra los ataques del lobo. ¿Qué resultados arrojó?

-Se hizo en Valle de Lago, a propuesta de varios ganaderos desanimados porque los ataques del lobo frustraban la rentabilidad de las cabras. Redacté un proyecto que financiaron la Dirección General de Montes y el Ayuntamiento, y los ganaderos colaboraron a la hora de colocar el cercado. Ahora ellos se encargan de su mantenimiento. No hubo daños y aumentó la producción. Además, las cabras están controlando el matorral. Funciona muy bien; estamos contentos.

-Otro elemento es la etnografía. El Plan de Sostenibilidad prevé poner en valor las brañas.

-Ese plan ayudará a conservar las brañas y los teitos. Solo se conserva lo que se utiliza. Si carecen de uso, tienden a desaparecer. Tenemos que ser capaces de abrir la mente y buscar nuevos usos sin deteriorar ese patrimonio.

-Quizás el turístico.

-No sería descabellado si es un turismo sensible.

-La asociación Teito Natural Roof aboga por crear una escuela de teitadores. ¿Están en peligro de extinción?

-Se han perdido también los oficios que colaboraban en el mantenimiento de unas cabañas vinculadas al uso ganadero. Su creación sería muy importante.

-¿Hacia dónde debe mirar el futuro del parque?

-El parque tiene hoy dos patas: la ganadería y el turismo. La ganadería es fundamental para la conservación de muchos hábitats. Tenemos que contar con los ganaderos y facilitar su trabajo con mejores infraestructuras. Hay que buscar un turismo de calidad, conservador con el territorio y sus valores. Un tercer pilar debería ser la industria agroalimentaria, que tendríamos que ser capaces de desarrollar. El cuarto punto sería seguir trabajando en la conservación del espacio de forma efectiva. Hay que convencer de que preservar el recurso natural será el futuro.