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El subteniente José Luis Sánchez Nodar, ante numerosos mapas de los Picos de Europa. XUAN CUETO
«Los Picos de Europa no son un parque temático, hay que venir preparado»

«Los Picos de Europa no son un parque temático, hay que venir preparado»

José Luis Sánchez Nodar | Subteniente del Greim de Cangas de Onís de la Guardia Civil ·

Con cientos de servicios a sus espaldas y tras desarrollar la práctica totalidad de su carrera en Cangas de Onís, el subteniente Nodar se retira

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Lunes, 11 de noviembre 2019, 01:00

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Ingresó en la Guardia Civil en marzo de 1981 y dos años después ya formaba parte de las unidades de Montaña. Con la única excepción de los pocos años que pasó en Mieres, Ourense y Tineo, el subteniente José Luis Sánchez Nodar (Villalvite, Lugo, 1961) ha pasado toda su carrera en Cangas de Onís. Ahora, con cientos de servicios a sus espaldas, se retira.

-¿Cómo acabó en el Greim?

-Ingresé en la Guardia Civil porque era lo que veía en casa. Veía cómo mi padre, un día tras otro, se ponía el uniforme y me decía 'voy a hacer el servicio'. Entré en la Guardia Civil en 1981 y nada más salir de la academia, como tenía ya un hermano formando parte de las unidades de Montaña, decidí solicitar la realización del curso. Estuve nueve meses en Candanchú y ahí empezó mi devenir.

-¿Ya había tenido contacto con la montaña?

-No. Aparte de alguna pequeña excursión que había hecho por la zona de Langreo y la ruta del Alba, fue mi primer contacto.

-Según su experiencia, ¿el 'greiman' nace o se hace?

-Antaño se hacía, ahora hay mucha gente que ingresa contando ya con amplios conocimientos y pueden destinar más horas a la formación como socorrista en vez de a la de montañero o alpinista, pues ya la tienen.

-¿Qué tiene que tener un buen agente del Greim?

-Una buena condición física es ineludible y, sobre todo, ser buen compañero. Lo demás va sobre ruedas. Con compañerismo y buena preparación físico técnica no hay ningún problema.

-¿Recuerda su primer rescate?

-Sí. Fue una búsqueda en la zona de Inguanzo, en el concejo de Cabrales. Era un hombre que había desaparecido de su casa, estuvimos varios días buscándole y al final resulta que apareció en Posada de Valdeón.

-¿Cómo ha cambiado su trabajo desde entonces?

-El cambio es abismal. Sobre todo en lo que a rescate pesado se refiere. Se emplean materiales mucho más ligeros, lo que significa que te cansas mucho menos ya solo a la hora de llegar a la intervención. Elementos que antes pesaban diez o quince kilos ahora pesan tres o cuatro, a lo que se suma que la calidad de las cuerdas ha mejorado, lo mismo que los conocimientos de los especialistas. Hemos ganado todos en rapidez y en seguridad.

-¿Y en lo que a agentes se refiere?

-Cualquier especialista hoy sale mucho más preparado que el de hace cuarenta años. La Guardia Civil, en general, ha mejorado mucho y las unidades de Montaña no se han quedado atrás. Al principio igual tenías que esperar cuatro o cinco horas a que llegase el helicóptero, ahora es cuestión de minutos, por ejemplo.

-Se juegan la vida en cada salida, ¿merece la pena?

-La finalidad de los entrenamientos es estar en óptimas condiciones para afrontar cualquier situación que se te dé con una garantía de seguridad, sobre todo para el interviniente, y conseguir el éxito de sacar a la persona accidentada del lugar donde se encuentre, por difícil que sea. En el momento en que te gusta la montaña, el ayudar a quienes la utilizan como sitio de disfrute es gratificante.

-¿Cuál es la importancia del grupo en su trabajo?

-En este tipo de unidades no sirven las individualidades. Nunca vas a salir solo y vas a tener todo el apoyo que necesites, aunque se tenga que desplazar gente de otras unidades del país. Tú dependes del compañero y él depende de ti, muchas veces vais unidos por una cuerda y un fallo de uno puede repercutir en la seguridad del otro. Aunque te veas solo, la llegada de más gente te da una subida de adrenalina, de decir 'esto está arreglado'.

-¿Cuál es el rescate más complicado que recuerda?

-Técnicamente, el del espeleólogo húngaro que falleció en la Torca del Cerro, en Cabrales. Fue el que más medios humanos y materiales hubo que movilizar. La organización de ese tipo de rescates no es fácil, hay que entrar a mirar lo que hay, montar el operativo, se entra por grupos que se distribuyen las zonas y es muy complejo, porque lo que quieres es que en el momento en que la camilla empiece a moverse ya no se pare.

Rescate en el Jisu

-Y aparte de la complejidad técnica, ¿recuerda alguno especialmente duro?

-La dureza de las intervenciones viene marcada sobre todo por las inclemencias meteorológicas. Fue lo que sucedió hace un par de años en la zona del Espolón del Jisu, con tres montañeros fallecidos. Allí el problema no era el rescate en sí, sino la climatología tan adversa que nos impedía trabajar y extraer los cadáveres y, además, la visibilidad era nula, no daba ni un respiro y no podía intervenir el helicóptero.

-¿Y el más satisfactorio?

-Recuerdo muchos con cariño, pero por contar uno, el de un joven inglés que andaba solo por Picos en invierno y nos llamó su madre por la noche, que llevaba tres o cuatro días sin saber de él. Por la mañana tuvimos buena suerte y lo encontramos con el helicóptero y lo pudimos llevar al hospital. Cuando una madre te llama poniéndose en lo peor y tú le puedes decir poco después que su hijo está vivo, es un subidón.

-Casi cuarenta años de servicio darán para muchas anécdotas, cuente alguna.

-Pues se me viene a la cabeza una pareja de andaluces en la ruta del Cares. Ella no traía el calzado adecuado y se lesionó un tobillo y hacía un día un poco malo que no permitía volar al helicóptero, por lo que hubo que portearla. El problema es que pesaba mucho y no éramos capaces de subirla en la camilla, así que no nos quedó otra opción que militarizar a tres o cuatro que pasaban por allí y nos ayudaron. Y mientras tanto, el marido solo decía 'chiquillo, esto ni en la Feria de Abril', porque había muchísima gente, pero no paraba nadie.

-Los Picos concentran la mayor parte de rescates, ¿qué tienen?

-Primero, que se les da mucha publicidad, y luego la gente que no se entera de que esto no es un parque temático y no viene correctamente preparada y, evidentemente, a mayor número de gente, mayor probabilidad de accidentes. La ruta del Cares da muchos servicios precisamente porque es aparentemente fácil en el caminar, pero hay que ir muy atento y un poco equipado porque es una zona peligrosa. Y al final hay tanta gente todos los días que algo tiene que pasar.

-Pero, como montañero, ¿por qué atraen tanto?

-A pesar de no ser muy alto, es un macizo coqueto en el que puedes encontrar de todo. Además, tiene grandes desniveles, cosa que no hay en otros sitios, y eso gusta mucho. También hay zonas poco masificadas, como Cabrones y Torrecerredo. No sé concretamente que será, pero enganchan, y de hecho viene gente de todas partes del mundo.

-¿Qué es lo que más va a echar de menos?

-El venir por la mañana a discutir con la gente (risas). No, en serio, echaré de menos el trabajo, pues son muchos años en el mismo sitio y con la misma gente.

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