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Aspirina: imprescindible tras infartos, ictus y anginas

Estudios recientes desaconsejan el uso preventivo si no se ha sufrido alguno de estos males

Miércoles, 10 de abril 2019, 12:34

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Hay personas que toman cada día una aspirina por consejo del especialista, pacientes con factores de riesgo que pueden desembocar en problemas cardiovasculares pero sin haberlos sufrido aún. Esa cantidad de ácido acetilsalicílico se recomendaba de manera preventiva para intentar compensar los males que pueden acarrear el colesterol, la hipertensión, la diabetes... Pero ahora la tendencia parece ser otra, en base a los últimos estudios publicados, y las recomendaciones pasan por cambiar los hábitos, llevar una vida más saludable, antes que por meter al cuerpo un fármaco que quizá pueda provocar más problemas de los que ayuda a prevenir.

El doctor Alfonso Valle es vocal de la Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). Señala que el pasado año se publicaron tres estudios diferentes con 47.000 pacientes tratados a base de aspirina en prevención primaria; es decir, que, sin haber tenido un episodio previo de ictus, infarto o angina de pecho, tomaban este medicamento por encontrarse entre la población de riesgo. En concreto, eran individuos de más de 70 años, personas con diabetes o sin ella, y adultos con obesidad, sedentarismo, tabaquismo... «Y se apreció que lo que tenían en común era que la aspirina aumentaba el riesgo de sangrado intestinal sin conseguir por otro lado una reducción importante del riesgo que se trataba de evitar. Entonces se vio la necesidad de hacer un cambio en las recomendaciones, aunque ya iban por ahí los tiros desde hace un tiempo. Es decir, se desaconseja el uso preventivo en este tipo de personas que no han tenido un episodio de esta naturaleza, pues el beneficio debe ser mayor que el riesgo de efectos secundarios».

Pero la otra parte que destaca es la absoluta necesidad de tomar este medicamento cuando sí se ha sufrido uno de estos accidentes: «Si has tenido un ictus, una angina o un infarto, lo necesitas sí o sí. El hipertenso, el fumador, el sedentario... esos deben cambiar sus hábitos, ese es el nuevo consejo. Si estás gordo, eres diabético y fumas, pues adelgaza, cuidate, camina, cambia tus malos hábitos por otros más saludables».

Reconoce Valle que el ibuprofeno y el paracetamol, la competencia, han hecho mucho daño a la aspirina y que estas nuevas recomendaciones pueden ahondar en ello. Pero también que, pese a todo, la aspirina queda para una población enorme que, desgraciadamente, cada vez va a más con el aumento de la esperanza de vida; la conformada por estos pacientes que ya han sufrido uno de estos accidentes y que deben tomarla de por vida para que no se repitan.

Y cuando duele el pecho...

¿Quién no ha oído que es recomendable tener una aspirina siempre a mano para depositarla bajo la lengua en caso de advertir síntomas que puedan corresponderse con el advenimiento de un infarto? «Pero eso que siempre hemos escuchado –aclara el doctor– en el contexto de un ataque al corazón hay que manejarlo con prevención, pues puede que uno tenga esas molestias en el pecho por otra patología... Imagina que se esté reventando la arteria aorta... Pues si te tomas una aspirina el cirujano se va a echar las manos a la cabeza, se va a acordar de ello cuando tenga que abrirte. Así que tampoco conviene tomarla alegremente si antes no has sido víctima de un infarto», aconseja.

El ácido acetilsalicílico es el medicamento más estudiado del mundo a lo largo de sus más de 120 años de existencia, y figura en la lista de fármacos esenciales recogida por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Más de 3.500 trabajos se publican al año en revistas científicas con este principio activo como protagonista. Entre ellos, los que hasta hace bien poco aconsejaban todo lo contrario a los últimos estudios presentados; en 2016, un informe publicado por la Universidad del Sur de California (USC), en Estados Unidos, planteaba que para los ciudadanos de edad avanzada con alto riesgo de sufrir una enfermedad cardiaca, pero sin haber pasado por ella, tomar un comprimido con una dósis baja de este fármaco, como el adiro, podría ayudarles a reducir su probabilidad de infarto, a prevenir algunos tipos de cáncer y a alargar sus vidas... Con todo, el Estado se ahorraría cerca de 700.000 dólares al año. La investigación avanza continuamente y nuevos datos aportan información suficiente para reconducir las líneas a seguir en los tratamientos y la prevención.

Un remedio a partir del sauce y un padre enfermo

El ácido salicílico está presente en las hojas del sauce y su empleo podría remontarse al antiguo Egipto, donde, según algunos estudios, lo utilizaban con fines medicinales. También los sumerios y los chinos lo empleaban por su efecto analgésico mil años antes de nuestra era. El ácido acetilsalicílico fue sintetizado por primera vez por el químico francés Charles Frédéric Gerhardt en 1853, al combinar el salicilato de sodio con cloruro de acetilo. A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, otros expertos describieron su estructura química y propusieron métodos mejores para su síntesis. Pero no fue hasta 1897 cuando la empresa Bayer comenzó a buscar un preparado que fuera más suave que los fármacos de salicilato empleados hasta el momento. Y así, ese mismo año, Félix Hoffmann, un joven químico de la compañía, logró la síntesis del ácido acetilsalicílico de gran pureza, el principio activo de la aspirina de esta marca que se convirtió en el nombre común para todos los fármacos con ese mismo componente. Y lo hizo cuando estaba buscando un remedio para aliviar la artritis reumatoide que sufría su padre. Aunque hubo que esperar dos años más para que el farmacólogo alemán Heinrich Dreser pudiera comprobar su eficacia terapéutica como analgésico y antiinflamatorio. La aspirina pudo entonces comercializarse.

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