Los retos de la educación: modernizar la profesión docente, el currículo y la Formación Profesional y reforzar el 0 a 3

La crisis sanitaria del coronavirus ha puesto en evidencia las virtudes y las carencias del sistema educativo español y las diferencias entre comunidades. Y de todo ello, admite la ministra Isabel Celáa, hay que sacar conclusiones. Las primeras: fijar las líneas de futuro para la educación. Unas líneas que pasan por diez objetivos que Celaá ha explicado durante su comparecencia en la Comisión de Educaciónn y Formación Profesional del Congreso.

La experiencia del COVID, la obligación de cancelar las clases prensenciales de un día para otro, el hecho de que casi 170.000 estudiantes en Asturias hayan proseguido el curso desde sus casas, «ha supuesto una extraordinaria prueba de estrés» para el sistema educativo, reconoce la ministra. Dice Celáa que en estos más de dos meses ya el ministerio se fijó tres líneas de acción: «Cuidar a las personas como principio fundamental, adecuar el sistema educativo a la necesidad de continuidad del aprendizaje y coordinar con las Comunidades Autónomas las actuaciones a realizar».

El nuevo sistema, la necesidad de reinventarse en unos pocos días, puso de manifiesto la brecha digital, la falta de herramientas y conexiones entre alumnos y profesores de todos los niveles, la excesiva dependencia de los contenidos y no de las competencias pese a todo lo dicho en las últimas reformas educativas y la dificultad de poner de acuerdo a todas las comunidades cuando ellas tienen las competencias en esta materia. De hecho, algunas se descolgaron del acuerdo que fijó la forma en la que se finalizaría este curso y las nuevas normas de evaluación y promoción.

Con todo, el trabajo a futuro pasa por : reformar el currículo, modernizarlo para garantizar la formación en las competencias que los estudiantes necesitan desarrollar; modernizar la profesión docente para impulsar la innovación curricular y didáctica; intensificar la apuesta por la digitalización del sistema educativo; modernizar nuestra Formación Profesional; garantizar una educación en valores cívicos; personalización de la educación para que ningún talento se pierda y reducir así el abandono escolar; reforzar una Educación Infantil de 0 a 3 años de calidad para cerrar la brecha de aprendizajes que se produce en etapas superiores; seguir mejorando la participación de la comunidad educativa en la organización, el gobierno, el funcionamiento y la evaluación de los centros; mejorar la autonomía pedagógica y organizativa de los centros y, finalmente, invertir en I+D e investigación educativa.

Todas estas cuestiones han surgido en el debate en los dos últimos meses, en mayor o menor medida. Se ha hablado de las numerosas carencias del sitema educativo en lo referente a las nuevas tecnologías y la insuficiente formación de docentes y alumnados. El ministerio, dice, ha repartido 23.000 tarjetas de acceso a internet, 1.000 smartphones, 2.400 tablets, 131 equipos informáticos y 1.500 calculadoras científicas, aportadas por diversas empresas tecnológicas.

Se ha debatido también de la insuficiente atención a los alumnos con necesidades específas de apoyo. De la imposibilidad de controlar el abandono escolar cuando ni siquiera se consigue contactar con las familias. De la importancia de la etapa de Educación Infantil, cuando se ha abierto la posibilidad de que reabriera sus puertas (algo que Asturias no hará pero sí otras comunidades) como medida de conciliación de la vida familiar y laboral.

Con todas seas líneas de actuación, el ministerio y las comunidades deben diseñar un curso escolar, el próximo, que se prevé muy complicado. Para ello se ha creado un grupo de trabajo que, antes de que lleguen las vacaciones escolares de verano, debe tener diseñados los posibles escenarios que nos encontraremos en septiembre.

Mientras, Asturias sigue manteniendo algunas dudas, como si las guarderías privadas abrirán a partir del día 25, o dónde se celebrará la EBAU.