Claves para criar a niñas empoderadas y a niños educados en igualdad
Filóloga de formación, es autora de 'Educar en feminismo', obra de fundamental contra los sesgos de género en los más pequeños
Iria Marañón (Madrid, 1976), escritora, filóloga hispánica y editora, cree a pies juntillas que el mundo necesita niñas y niños con conciencia y compromiso, pequeños que no se dejen influir por los modelos que a menudo proyectan las pantallas, savia nueva que defienda en público la igualdad y cuyo pensamiento vuele más allá de lo convencional. Para todo ello, insiste, es preciso 'Educar en el feminismo'.
Esa premisa es, además de un anhelo, el título de su primera obra, convertida en manual de referencia para los padres que buscan una mirada igualitaria al educar a sus hijos. Por primera vez, su trabajo ofrecía a los progenitores un vademécum pragmático en lugar de visiones academicistas. A ellos, y a todos, porque, al final, «toda la sociedad educa» a quienes serán el futuro. La familia en casa, los docentes en el colegio, la quiosquera, el panadero, los porteros...
Marañón, que se declara activista feminista, ha desarrollado toda su carrera en el ámbito de la edición de libros y materiales literarios, artísticos y educativos. Es, además, la creadora y autora de Comecuentos Makers, un blog feminista para despertar conciencias, en el que propone ideas para empoderar a las niñas y educar a los niños en igualdad, con la intención de darles herramientas para que aprendan a pensar por sí mismos, desarrollen la sensibilidad artística, el pensamiento creativo y el espíritu aventurero.
Su blog fue la llave para escribir una obra propia. En él, como madre de dos niñas, abordaba la educación en igualdad y el feminismo y le llegó una propuesta editorial. Decidió tirarse a la piscina. El trabajo funcionó y, tras él, llegaron dos publicaciones más, 'Libérate de la carga mental' y 'Educar a un niño en el feminismo'.
Quizás sea este último, apunta, el más importante de todos, porque evitar las conductas misóginas y machistas obliga a trabajar desde la infancia en insistir en la importancia de ambos sexos. El feminismo es cosa de todos y las distinciones arrancan en la cuna. «No se trata igual -explica- a un bebé que a una bebé. A ellos se les coge y se les pone de pie, se les habla de manera más fuerte. 'Qué grandote eres, qué fuerte…'», detalla. Para ellas se guarda el tono meloso. Son «pequeñitas, delicadas, princesas».
De ahí se pasa a la ropa, al color de las sábanas, a las preguntas al regresar de la escuela… Los sesgos están tan arraigados que «atraviesan incluso a quienes somos feministas» y a veces se descubría a sí misma cayendo en la trampa de la que quería escapar a toda costa. Porque resulta que las niñas a partir de los 6 años se sienten menos inteligentes que los niños y que los chicos también subestiman las capacidades femeninas alcanzada la etapa universitaria
Su obra -ya está preparando un nuevo libro, que en esta ocasión se centrará en la adolescencia- trata de tumbar esterotipos, el de las niñas sumisas, tranquilas y obedientes y los varones sin permiso para la lágrima y la sensibilidad, obligados a ser fuertes y valientes. Defender todo esto y poner negro sobre blanco los constructos culturales no le llevan a reivindicar, ni mucho menos, la uniformidad. «Hay diferencias biológicas, sexuales. Físicamente, nuestra anatomía es diferente pero todo ello no es excusa para las desigualdades sociales. No creo que hayamos nacido con un gen que nos haga ser más cuidadoras, ni encargarnos de más cosas de la casa. Todo eso son constructos educacionales y sociales», zanja.
Sustenta sus palabras en estudios neurocientíficos que constatan que, las diferencias entre hombres y mujeres no son distintas a las diferencias entre unas y otras mujeres y unos y otros hombres. «¿Qué los niños son en general más movidos? Puede ser, pero también hay niñas muy movidas y se les lleva a neutralizar esa energía, a permanecer más quietas, porque en ellas no es un valor y en ellos sí», razona.