Borrar
¿Quieres despedir a tu mascota? Puedes hacerlo en el nuevo canal de EL COMERCIO
Ana Julia Quezada, durante la concentración organizada en Almería dos días antes de su detención.

Gabriel Cruz, un crimen en busca de justicia

Mañana comienza el juicio en el que se decidirá el futuro de la única acusada por la muerte del niño

alicia amate

Domingo, 8 de septiembre 2019, 04:48

Comenta

Ana Julia Quezada y Ángel Cruz se conocieron a comienzos de 2017. Ella, de 43 años entonces y nacida en República Dominicana, tenía una hija veinteañera y había perdido a otra en 1996, con solo cuatro años, tras caer por una ventana de su vivienda de Burgos, ciudad en la que residió durante años y en la que continuaba viviendo su hija. Él, empleado de una planta de químicos del Poniente almeriense, también tenía un hijo, Gabriel, nacido de una anterior relación con Patricia Ramírez. En septiembre de ese mismo año la pareja comenzó una vida común en Vícar, donde compartían casa en días alternos y fines de semana con el pequeño, que pasaba el resto del tiempo con su madre. Nada apuntaba al inicio de esta relación aparentemente normal que seis meses después, en marzo de 2018, el cuerpo del niño aparecería desnudo y sin vida en el maletero del coche de Quezada, después de once angustiosos días de intensa búsqueda en el entorno del Parque Natural de Cabo de Gata.

Los padres de Gabriel Cruz denunciaron el mismo día 27 de febrero la misteriosa desaparición. Había ocurrido a plena luz del día en Las Hortichuelas Bajas, una pedanía nijareña de muy pocos habitantes. Miles de personas, Quezada incluida, peinaron durante semana y media los lugares en los que, presumiblemente, podría encontrarse el pequeño de ocho años visto por última vez por su abuela paterna, con quien pasaba el puente del Día de Andalucía en su casa del Parque Natural de Cabo de Gata junto a su padre, que ese día tenía que trabajar, y la pareja de este.

Alrededor de las 15.30 horas de la víspera del festivo, después de comer, el niño salió de la casa familiar para ir a jugar con sus primos a una vivienda cercana, a apenas unos metros. Sin embargo, el pequeño nunca llegaría a recorrer el breve camino. Ana Julia Quezada lo habría interceptado, subido al coche y trasladado a otra finca, propiedad del padre, a cinco kilómetros, «en un lugar alejado, aislado y deshabitado» perteneciente a Rodalquilar, también dentro del término municipal de Níjar. Lo que ocurrió aún no está probado. Son estos hechos los que deberán determinarse en los próximos días, durante el juicio ante tribunal popular al que se enfrenta Quezada, asesina confesa del menor.

De acuerdo a la calificación provisional del Ministerio Fiscal, esta mujer utilizó la «confianza» generada por su estatus de pareja del padre para hacer que el niño la acompañara y, una vez en la finca de Rodalquilar, «golpeó reiteradamente con violencia» al menor, provocando posteriormente su muerte al taparle la nariz y la boca «con sus manos». Tras comprobar el fallecimiento, habría cavado una pequeña fosa en el exterior de la vivienda donde enterró al pequeño, no sin antes desnudarle y guardar las pequeñas prendas en una mochila «con la finalidad de hacerlas desaparecer». Seis días después –con la búsqueda del niño en plena actividad– arrojó la ropa a un contenedor de vidrio de Retamar, ya en el término de la capital almeriense, de donde pudo ser recuperada.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio Gabriel Cruz, un crimen en busca de justicia

Gabriel Cruz, un crimen en busca de justicia