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El Campo Valdés, hace medio siglo.
Historias de Asturias

Y la luz llegó al Campo Valdés

Una inversión en farolas de seis mil euros de hace un siglo iluminó el inicio del Muro frente a la iglesia de San Pedro, El Náutico y Begoña

Jueves, 13 de abril 2023, 02:11

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1973. Hace 100 años.

Sería el fin a los problemas de alumbramiento en Gijón... o, al menos, en tres zonas muy concretas de la ciudad. Hace medio siglo, el Ayuntamiento aprobaba un proyecto millonario para la instalación de alumbrado en las zonas del Náutico, el Campo Valdés y Begoña. Superaba ampliamente el millón de pesetas (6.000 euros): el precio para instalar las farolas era, respectivamente para cada zona, entre las 367.000 pesetas, las 155.279 y las 766.000. ¡Pero qué farolas! En el Campo Valdés, así como en el Náutico, serían del tipo de las del final del Muro: columnas altas, de hasta doce metros, y con una potencia de 1.000 watios. Se las acompañaba de otras algo más bajas, de diez metros, y algo menos potentes: 400 watios, con lámparas de vapor de mercurio.

En la zona más cara (también la más amplia), Begoña, contaba EL COMERCIO de hace hoy 50 años, que se instalarían «farolas tipo jardín, de tres metros de altura y 250 watios, alternando con otras de diez metros de altura y 400 watios y seis metros de altura con 250 watios». La zona verde del paseo, por su parte, sería todo un juego de colores, previéndose la instalación de «setas de pincho, de adorno, con 100 watios» y polícromas, «con juegos a base de amarillo verde, amarillo rojo, azul y otros». Fue la primera parte en instalarse: para el mes de octubre ya estaban las obras en marcha.

A medio alumbrar

Falta hacía. «Toda ciudad tiene sus encantos nocturnos y a ellos contribuye, en gran medida, la iluminación de que esté dotada. Gijón no se caracteriza, precisamente, por ser una ciudad perfectamente iluminada», contábamos, meses después de la resolución, con «una ciudad en la que la totalidad de sus calles y plazas puedan presumir de alumbrados acordes con la categoría de la urbe. Para ser justos, digamos que hay áreas que tienen buena luz, aunque sin que podamos referirnos a excesos ni abundancias. Desde hace muchos años bastantes vías urbanas se hallan a medio alumbrar y, en ocasiones, en sombras totales»: el Campo Valdés, donde no había hasta entonces alumbrado alguno, era buen ejemplo de ello. Así las cosas, buena sería la inversión. Aún millonaria.

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