Nieve, rayos y una chimenea rota
Una Semana Santa convulsa dejó «paisajes «blanquinos muy guapos» en la zona rural y daños, como el de Poniente, en el centro
Martes, 11 de abril 2023, 00:43
1998. Hace 25 años.
Al final, los meteorólogos no exageraban. Hace 25 años, la Semana Santa asturiana estuvo pasada no solo por agua, sino también por nieve y descargas eléctricas. Al punto de que, cosa rara, el blanco elemento llegó a cuajar en Gijón. «Amaneció todo blanquino, muy guapo», nos contaba, a EL COMERCIO, un vecino de Fano. «La nieve cubrió una gran parte de la parroquia, pero no aguantó mucho, porque enseguida comenzó a llover». Como no todo había de ser agradable, hubo que contar también que el ganado debió ser guardado para protegerse del frío. Pero los principales problemas del temporal no estuvieron causados por el frío; el hielo tampoco llegó a causar problema alguno en la carretera.
«Si la nieve llegó al concejo gijonés estos días, no fue la huella del temporal más molesta». Así lo contábamos hace 25 años. Porque ocurrió que, en la noche del jueves, comenzó a tronar, y no paró. La electricidad, rabiosa, generó rayos, y uno de ellos llegó a romper la gran chimenea de Poniente, que amaneció de la guisa que mostró, por entonces, la fotografía de nuestro siempre recordado compañero Joaquín Bilbao. Contaba ya la vieja -y, cosas de la modernidad, ahora también solitaria- chimenea con, al menos, 123 años de historia, y había servido a la Compañía de Maderas de Demetrio Fernández Castrillón.
Viento frío, calles mojadas
«La inestabilidadmeteorológica es la nota predominante». Incómodo titular para las autoridades, que días atrás habían dado la batalla contra las previsiones que predecían lo que, efectivamente, acabó por llegar: que la Semana Santa vendría con días de tiempo impracticable. «La constante y molesta lluvia solo deja, al cabo del día, unos pocos minutos para los rayos del sol». Así, claro y conciso, pero implacable, lo dijimos. «El cielo», guste a quien guste y no a quien no, «continúa gris, el viento frío y las calles mojadas. Son algunos inconvenientes, simplemente, pero no impiden la diversión en vacaciones. Se trata, solo, de otra forma de disfrutar, de una filosofía, según los hoteleros, en la que el sol y la playa ya no mandan». Y menos en Asturias y en abril.