'Señoritos' sin retorno
Padres de soldados de cuota exigían el regreso de sus hijos. Pagaron para que estuvieran en el Rif cinco meses y llevaban tres años
Miércoles, 15 de marzo 2023, 03:35
1923. Hace 100 años.
Tan descalabrada andaba hace un siglo nuestra política exterior que ni siquiera el sistema de los soldados de cuota, conocidos popularmente como los 'señoritos' de los regimientos, funcionaba en tierras del Rif. Consistía este sistema, pensado para aumentar las arcas del Estado, en que aquellos soldados que pudieran pagárselo verían reducidas sus estadías en la guerra, amén de tener acceso a empleos menos peligrosos que el mero batallar. Pero en la práctica no era así. «Se da el caso», dice EL COMERCIO de hace hoy cien años, «que reclutas de cuota máxima que pagaron dos mil pesetas por permanecer en filas cinco meses han entrado ya en el mes anterior en el tercer año de servicio activo en África».
«Lo natural era que, considerados los del artículo 20 como los de haber, y quedando quebrantado el contrato, se devolvieran, por lo menos, las cuotas a los padres burlados». Con ese fin se habían reunido, en las dependencias de nuestro diario, una representación de padres de dichos soldados, unidos para reclamar sus derechos. Eran, según se expresaría en portada, «los señores don César Guisasola, don Fernando Castro, don José Sirgo, don Benigno Domínguez Gil, don Domingo G. Coto, don Francisco Álvarez, doña Adela Pendás, don Dionisio Rodríguez, don Rufino Peón, don Juan Fernández, don Severino Bernedo, don Manuel Fernández García, don Luciano Nicieza, don Ángel Benito, señora viuda de Remior, don Ángel Corugedo» y más que el lector podrá consultar en la hemeroteca de EL COMERCIO.
Por seriedad o humanidad
Pedían justicia, reparación y la devolución de sus hijos; si no por humanidad, al menos «por seriedad del Estado que es el que debe dar ejemplo de rectitud y de amor a la Justicia». Algo que hasta la fecha, máxime tras la desastrosa gestión del problema de Annual, no había hecho.
Las promesas, como aquella que prometía «instaurar un nuevo régimen de Protectorado con vistas a una repatriación que borrara sacrificios inútiles e injusticias flagrantes», aún flotaban en el aire. Conjurados en nuestra sede, los padres de los 'soldados señoritos' planeaban ya dar el salto a Madrid. Por justicia. Y por rectitud.