«En Irlanda la música es parte de la vida»
El gijonés Diego Fernández Martínez es el primer asturiano en disfrutar de una beca Erasmus para estudiar gaita. Está en Dublín
Diego Fernández Martínez (Gijón, 1997) es desde febrero el primer asturiano estudiante de gaita que disfruta de una beca Erasmus. Su destino, Dublín, donde, cosas ... de la vida, resulta que él y una gallega son los únicos estudiantes de gaita de su universidad. Sí, sí, universidad, porque él dejó el Conservatorio Superior de Música en Oviedo para instalarse en la Universidad Tecnológica de Dublín. «En España los estudios superiores de música están en un limbo entre el ser y no ser», dice respecto a la distinta consideración que hay en una y otra geografía. «Yo, cuando me dijeron que teníamos un profesor para dos extranjeros, quedé virolo, no sé si es casualidad o qué, pero aquí estamos una gallega y un asturiano estudiando gaita irlandesa con Redmond, uno de los mejores gaiteros de la isla», resume este chaval de 25 años que no niega su enamoramiento total de Irlanda y que está disfrutando enormemente de la experiencia.
Hace solo cuatro años que en Asturias existen estudios superiores de gaita y él está en el tercer año y tiene la oportunidad de conocer en profundidad una gaita muy diferente a la asturiana. «A diferencia de la nuestra no se sopla, metes el aire por un barquín que va atado al otro brazo», señala. Y lo que ocurre es lo siguiente: «Al final acabas con los dos brazos que parece que estás tocando 'Los pajaritos'», bromea. Siempre hay que tocar sentado y en común tiene con la astur que la digitación no es demasiado diferente. Dicho lo dicho, es casi como empezar de cero. Pero para él estar allí hasta mediados de junio, cuando retornará a Asturias, «es el sueño de mi vida hecho realidad».
Toca también el violín y la flauta y admira profundamente el amor por la música de los irlandeses. «Siempre tuvieron mucha conexión con la música, no sabría explicar por qué, pero aquí es parte de su vida. Es increíble».
Se nota en los festivales y en los pubs, a los que él acude con el ánimo de subirse al escenario con quien sea menester. «Hay unos cuantos pubs que tienen por costumbre, un día a la semana, o incluso todos los días en algunos, hacer una sesión abierta, y llegas y te sientas a tocar con quien esté. Es fantástico».
La ciudad es cara. Eso sí. Y es un hándicap, pero es acogedora y abierta como pocas. «Los irlandeses son súper agradables y simpáticos y cálidos. Durante toda su historia tuvieron que emigrar a riadas, así que aquí nadie se siente extranjero», relata.
Le han ofrecido quedarse y continuar allí sus estudios de gaita y la idea le tienta. Le apetece, pero el asunto de las convalidaciones le hará volver a Asturias. Una vez esté aquí, promete dejar al lado la Guinness y comerse todo lo rico que no se ha podido comer por allá: «Esto sonará a topicazo, pero echo de menos la comida como dios manda. Mira que en Irlanda tienen buenos productos, es una isla muy fértil, tiene muy buena carne, una mantequilla espectacular, pero no se come bien».
La gastronómica es la única pega a una experiencia maravillosa en una ciudad que tiene algo de pueblo, como todas las del Norte de Europa, que es joven, viva y vividora. «Hay tres universidades, están las sedes de Google, de Facebook, tiene mucho dinamismo, mucho movimiento».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión