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JJ Vaquero, a punto de estrenar temporada. E. C.
«¿Oviedo o Gijón? Yo soy muy de Avilés. No me gusta odiar en grupo»

«¿Oviedo o Gijón? Yo soy muy de Avilés. No me gusta odiar en grupo»

JJ Vaquero | Humorista, actor y guionista ·

«Me vi perjudicado en el funeral de mi suegra y decidí buscar ayuda en un psicólogo para dejar la cocaína»

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Domingo, 26 de junio 2022, 16:25

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JJ Vaquero (Valladolid, 1973) es uno de los cómicos con más éxito de la piel de toro. Y ahora está a punto de embarcarse en una aventura que lo llevará a recorrerla: la segunda temporada de 'El roast de España', en la que viajará a Madrid, País Vasco, Mallorca, Extremadura y Castilla-La Mancha riéndose de los tópicos que acompañan a cada comunidad (y, en algunos casos, confirmándolos). El programa de viajes más controvertido y sarcástico de la tele, que se estrenará en Comedy Central esta misma noche (22.30 horas) con doble episodio. Y, en paralelo, el también actor y guionista ha roto con los excesos y entrenado duro para participar en el Mundial de 'powerlifting', un deporte de fuerza en el que su objetivo es levantar 300 kilos en peso muerto.

-Arranca la segunda temporada. ¿Nervioso o tan pancho?

-Estaba más nervioso en la primera, porque arrancábamos con un formato cañero y yo, realmente, me dedico a ir por teatros y locales de toda España y lo que menos quiero, a estas alturas de mi vida, son problemas. Pero, como esa primera temporada se estrenó con programas como los que dedicamos a Cataluña, hablando de la independencia, y a Galicia, hablando del narcotráfico, y no hubo problemas, la verdad es que estoy bastante tranquilo.

-En aquella primera entrega dedicada a varias autonomías, repasó los grandes mitos asturianos. ¿Hubo mucho ofendidito?

-¿Sabes lo que pasa? Que, si hay jaleos, es en las redes. Y yo no leo nada. Mis redes son asociales. A mí, cuando voy a Asturias, todo el mundo me trata muy bien. Voy al teatro y me esperan un montón de asturianos a la puerta y nadie me comenta nunca nada malo. Cero problemas. Si estás fuera de las redes, no te enteras mucho de las polémicas y no va contigo el tema. A mí solo me preocupan los problemas de verdad. Por ejemplo, ir al teatro y que, al salir, la gente esté ahí para increparte y pasar un mal rato de verdad. No que alguien con un 'nick' o a quinientos kilómetros de ti ponga algo en un teclado y se vaya a jugar al baloncesto.

-¿Qué nos pasa en las redes?

-Yo las comparo con el interior de un coche. La gente está mucho más crispada dentro de un coche que fuera. Tú chocas con alguien caminando por la calle y le pides perdón, pero, en el coche, el de delante te hace frenar un poquito y ya le pitas, le dices algo... Las redes, para mí, son un atasco.

-Ya que nos ha desnudado, mójese: ¿Gijón, Oviedo...?

-Yo es que soy muy de Avilés. Y nunca odio en grupo. Se supone que los de Valladolid tenemos que llevarnos bien con los de Oviedo y mal con los de Gijón, pero yo no suelo odiar. Aunque, si odio, quiero odiar solo. No necesito agruparme con nadie para odiar un sitio concreto (Ríe).

-¿Le tenía ganas especiales a alguna comunidad?

-Es que ya hice Castilla y León, la mía. Pero la hice antes de Vox. Ahora le hubiese sacado un poco más de punta. Y le teníamos muchas ganas también a Extremadura, porque sabíamos que en alguna de las entrevistas nos iban a invitar a jamón, y así fue (Ríe). Y por el asunto del tren.

«Que os pongan un puto tren»

-¿El tren?

-Sí. Me interesa todo a lo que se le pueda dar visibilidad. Es decir: si hay que hablar de la independencia catalana o del narcotráfico gallego, se habla, pero son asuntos que se conocen y todo el mundo, más o menos, sabe lo que está pasando. Pero a la España vaciada o al tren que no llega a Extremadura, desde nuestra plataforma, le podemos dar visibilidad. Y son gente que lo necesita. Se pueden hacer chistes más o menos buenos, ¡pero que les pongan un puto tren rápido ya! Y a Asturias, también.

-Ahora se va a Madrid, la tierra de la libertad y de Ayuso, de la que ha dicho que es todo el rato de las de «sujétame el cubata».

-Así es. A mí Ayuso ha venido a salvarme, porque Rajoy era muy gracioso pero se fue y nos quedamos con políticos que no tienen 'punch'. Son secos, sosos... Y, de repente, ha llegado Ayuso, que tiene todo el poderío del mundo a la hora del humor. Dice frases que, solo con analizarlas, la gente ya se ríe. Para mí, ha venido a salvarnos del vacío que había dejado Rajoy.

-En esta segunda parte del programa, también cuenta con Andrea Levy entre sus invitados. ¿Es tan indie como parece?

-Como dicen que Madrid es la capital de la cultura, o no, ¿qué mejor que hablar con la concejala? Andrea Levy es un valor seguro. Lo que piensa, lo dice.

-Y se detiene en la nueva tribu de los cayetanos. Cuente.

-En Badajoz, por ejemplo, hablamos de la comunidad gitana. Porque gitanos hay en toda España, pero en Badajoz el porcentaje es alto. Y los cayetanos tocan en Madrid, que puede que sea su epicentro (Ríe).

-A su tierra la llaman «fachadolid» y usted tampoco se corta.

-Hombre, se lo pregunté al alcalde y todo: «Lo de 'fachadolid', ¿qué?». Me ha dado tantos chistes lo de «fachadolid»... Que, si no se hubiese inventado, mi repertorio se resentiría.

-¿Se ríe mejor la derecha o la izquierda?

-La derecha se ríe más de las cosas de la derecha que la izquierda de las de la izquierda.

-¿Y se marca alguna línea roja a la hora de hacer humor?

-Claro. De hecho, depende de dónde esté. Grabando en televisión, tengo mil. En directo, en el teatro, tengo cuatro. Y, en mi casa, con amigos y familia en alguna sobremesa, seguramente no tenga ninguna. Hay muchas. Por ejemplo, es verdad que yo he hecho chistes con el 11-S, pero nunca he hecho uno con el 11-M. Puede ser que la distancia marque una línea. Y, cuanto más expuesto voy a estar, más líneas pongo.

-En su vida personal, sé que la línea roja apareció en el funeral de su suegra...

-Te lo cuento. Me vi perjudicado en el funeral de mi suegra y decidí buscar ayuda en un psicólogo para frenar el ritmo que llevaba. Y, sobre todo, para intentar dejar la cocaína, que era con lo que yo consideraba que tenía un problema. A partir de ahí, uno hace lo puede para intentar llevar una buena vida. Eso de dejarlo todo y no volver a tocar más cosas son palabras mayores. Por ejemplo, no he dejado todo el alcohol. Me tomo un vino y no pasa nada. La vida es muy larga y no sé por dónde voy a tirar. Solo sé que he intentado cambiar y, de momento, me va bien.

-Tanto, que se prepara para levantar 300 kilos. ¿Era necesario?

-A por eso vamos. A ver si no me hago daño en la espalda. Yo siempre hago cosas que puedan hacerme daño en algún lado (Ríe).

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