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Rafael Farias, en portada de EL COMERCIO.

El trabajador infatigable

A la muerte de Rafael Farias, EL COMERCIO le dedicó una sentida necrológica a un hombre que había destacado en casi todo

Martes, 14 de noviembre 2023, 01:11

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Se ha presentado en el Ayuntamiento una proposición para sustituir, en toda la zona de la playa de San Lorenzo, «el actual pretil por otro de hierro».

«En la costa persiste el régimen de nieblas, funcionando ininterrumpidamente la señal del faro de Torres, anunciando a los navegantes la situación del puerto de El Musel y el local, a fin de evitar posibles desgracias».

M. V., casado de 35 años, resultó muerto ayer en el taller de laminación de Uninsa en Poago. «Sin que se sepan las causas se cayó al interior de la nave, desde una altura aproximada de 30 metros». Descanse en paz.

«No conozco ningún psiquiátrico en Cabueñes ni existe la intención de construirlo», niega Cueto, consejero de Servicios Sociales. Sí afirma que allí se construirán viviendas tuteladas.

La dolencia fue repentina; la muerte, demasiado pronta; el deceso, sentido. Murió Rafael Farias y EL COMERCIO le dedicó su portada a un trabajador incansable, hijo ilustre de Gijón. Antes que todo eso, hacía ya algunas décadas, Farias había empezado siendo «un alumno muy sobresaliente en el Instituto Jovellanos y en la Universidad de Oviedo y en la Central, hasta que, muy joven, logró el título de doctor en Derecho con los mayores honores escolares». Quedó el primero en las oposiciones a la Judicatura; de nuevo lideró las de la carrera consular, y hasta le quedó tiempo para estudiar una ingeniería. Farias había destacado en Gijón por su labor en la Sociedad de Fomento, después de ocupar sendos puestos en la dirección de la Azucarera General. «Aquí», dice su necrológica hace hoy justo un siglo, «le vimos preocuparse con gran inteligencia de los problemas locales, a la par que ejercitaba su dinámica en los asuntos de la referida Sociedad, y aún empleaba el tiempo que debía dedicar al ocio y al descanso en estudios históricos y literarios».

Ahí es nada: erudito sobre la Guerra de Independencia llegó a ser, y, en época dada a los prohombres, llegó a publicar, «entre otros, (un) voluminoso libro» sobre la contienda, «a través de testimonios franceses». Increíble. «Este era el hombre: preocupado en cuestiones de tráfico en nuestro puerto, y al propio tiempo recopilador de cartas y documentos de los generales franceses que Napoleón mandara a España».

Con el ministro de Estado

No lo tuvimos mucho tiempo por aquí y, de hecho, el óbito sucedió en Madrid. Allí había tenido que volver Farias a requerimiento del ministro de Estado, Fernández Prida, que lo quería a su lado. Semanas antes de su muerte, Farias trabajaba con denuedo en la confección de los Tratados de Comercio, «siendo comisionado por el Gobierno para determinadas gestiones en Inglaterra y Suiza, empezando entonces a resentirse su salud por exceso de trabajo».

Se decía de Farias que llegaba a tener jornadas maratanonianas «de hasta 14 horas diarias en asuntos diversos». Su mente hubiera dado para eso y para mucho más, pero su corazón no aguantó.

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