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Eduardo Zamacois (1873-1971).

Cuando Zamacois estuvo en el Jovellanos

El novelista, uno de los padres de la sicalipsis, llegó a Gijón para ofrecer conferencias simultaneadas con proyecciones de cine

Jueves, 27 de julio 2023, 00:56

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Eduardo Zamacois tenía 50 años recién cumplidos cuando llegó a Gijón, «según telegrama recibido ayer en el Coliseo de Begoña». Aquí, en el Teatro Jovellanos, Zamacois iba a ofrecer una serie de conferencias «a título de charlas familiares, ilustradas con proyecciones cinematográficas». Toda una novedad propia de la mente de un hombre que, a lo largo de su larga vida, no hizo otra cosa más que revolucionar el mundo literario. Zamacois, cubano de nacimiento pero español de sangre y adopción, había sido el máximo representante de la bohemia en España; creador del picante concepto de la sicalipsis (malicia sexual, picardía erótica) en sus primeros coqueteos con la literatura -que fueron, como el término indica, eróticos-.

No llama la atención hoy, pero a principios del pasado siglo aquello fue un auténtico revulsivo. Zamacois, fundador de la revista sicalíptica 'La Vida Galante', ofrecía hace cien años una imagen pública ciertamente frívola; poco timorata y, desde luego, en absoluto política. Nada que ver con la realidad. Vino a Gijón a hablar de literatura, de cómo «las ideas van elaborándose en el alma al igual que las semillas bajo la tierra, y no rompen su oscuridad y silencio, ni renuncian a su andar cauteloso, hasta que salen a la superficie». Igual que esas semillas se desvelaría su ideología, que saldría a relucir tras la guerra: con 'El asedio de Madrid', el escritor sorprendió a todo su público, para bien o para mal, con una contundente postura izquierdista.

Era difícil seguirle

Pero eso aún no se sabía en 1923. Lo cierto es que a Zamacois era difícil seguirle: nos explicaba, por entonces, que sus disertaciones literarias en el Jovellanos se combinarían con «vistas fijas que reproducen la imagen de nuestros grandes escritores modernos, cuando eran jóvenes, y otras que dan a conocer su letra, pues juzgué interesante hablar un poco de aquellas relaciones estrechas que, según los grafólogos, existen entre el carácter y la escritura de cada persona. Hay, asimismo, proyecciones cinematográficas en las cuales cada autor aparece moviéndose con toda la suprema sinceridad de la propia vida». Esas eran sus palabras. Y así se las contamos.

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