«El museo ha pasado de ser provinciano a tener alcance internacional»
Gabino Busto Conservador de Arte Antiguo del Bellas Artes ·
«Las comparaciones son odiosas y, además, todo el mundo ha de estar orgulloso de lo suyo, pero sí: estamos entre los mejores»M. F. ANTUÑA
OVIEDO.
Lunes, 13 de diciembre 2021, 01:23
Está contento el langreano Gabino Busto Hevia. El Museo de Bellas Artes de Asturias acaba de renovar su exposición permanente y se le advierte enamorado ... del resultado que se admira, fundamentalmente, en el Palacio de Velarde. El amor al arte impregna, de manera literal y evidente, el trabajo del conservador de Arte Antiguo del equipamiento, que ha sido testigo del vuelco que ha dado la pinacoteca en los últimos años con la llegada de la donación Arango y el depósito del noveno conde de Villagonzalo.
-¿Cómo se plantea un cambio en la exposición permanente?
-Se busca mejorar la calidad. Hay que encontrar la manera de armonizar la exposición, comunicar nuevas asociaciones más sugerentes, ampliar el panorama cultural. Todo se hace pensando en el público y todo está fundamentado, no son cambios caprichosos o arbitrarios.
-O sea, se plantea un viaje coherente.
-Que las lecturas sean coherentes, que el circuito esté bien enlazado, que se provoquen diálogos para enriquecer la experiencia del visitante.
-¿La exposición permanente ha de estar abierta siempre a cambios?
-Es más estable que la temporal, de ahí su nombre, y los cambios surgen cuando se incorporan obras. En este caso, la razón principal fue la integración de la donación de Plácido Arango y del depósito indefinido del noveno conde de Villagonzalo y su viuda, María Luisa Corrada.
-¿Cómo se le queda el cuerpo a un conservador cuando llega un depósito como el del conde?
-Es como el hallazgo de la tumba de Tutankamón. Algunas obras se conocían, otras menos, otras eran inéditas, no se habían prestado nunca... Es un hallazgo y un reto integrarlas. Y ha permitido que el museo haya enriquecido las colecciones y se haya internacionalizado. Son obras muy buenas y eso se nota en las peticiones de préstamos.
-¿Han aumentado mucho?
-Ya desde la dación de la colección de Pedro Masaveu. Y ahora continúan esas solicitudes con la donación Arango y el depósito Villagonzalo. Que nos pida obra el Museo del Prado es muy revelador del valor de la colección del Bellas Artes. Allí se fue en septiembre 'La danza de Salomé' de Valdés Leal. Y ahora van a salir dos retratos del depósito de Villagonzalo para una exposición que va a haber en Madrid en 2022. Estas peticiones van a ser más frecuentes y habituales, puesto que se trata de obras de primer orden que son muy deseadas.
-Ubique esta colección en el mundo artístico.
-Estamos entre los mejores museos de España, en la élite. En el norte, están este museo y el de Bilbao. Pero las comparaciones siempre son odiosas, porque además todo el mundo tiene que estar orgulloso de su patrimonio, ninguno es más o menos que otro, puesto que es el hecho de que sea el propio lo que le da el valor. Un simple muro medieval para un pueblo es importantísimo, no lo pueden cambiar por otra cosa, porque es su memoria, sus raíces, y es tan importante como 'Las meninas' o el Coliseo. Pero, puestos a establecer criterios, la amplitud o riqueza de las colecciones, que estén muy bien trabadas y organizadas, lo son. Y sí: estamos entre los mejores.
-Y estas últimas aportaciones han sido absolutamente fundamentales.
-La dación de Pedro Masaveu y las del Apostolado del Greco y el retrato de Goya de Jovellanos también. Y estas últimas ha colocado al museo a esa altura.
-¿Qué falta? Escriba su carta a los Reyes.
-Siempre hay lagunas, una colección nunca se acaba de rematar. Cualquier coleccionista que piense que puede tener la colección íntegra se equivoca, es imposible, siempre va a faltar algo. Hay que ser conscientes. El Bellas Artes tiene una gran laguna que es la escultura antigua, no está bien representada. Así como con la pintura podemos hacer un repaso a la evolución de la pintura española de la Edad Media al presente, con la escultura, no. Yo haría hincapié en ese coleccionismo, teniendo en cuenta a un autor asturiano no representado, Juan Alonso Villabrille y Ron, del siglo XVIII. Hemos subsanado esa carencia con la obra invitada, puesto que vinieron dos piezas del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, pero de manera permanente no tenemos a ese escultor del occidente asturiano.
-¿Y nada más?
-En arte contemporáneo faltan Julio González, Óscar Domínguez, José Guerrero o Maruja Mallo, que, además, estuvo vinculada a Avilés. Unos cuantos contemporáneos importantes. Del XIX, Rosales y Fortuny. Con esto ya tendríamos una colección arrebatadora.
-Han incorporado un Cristo gótico que llevaba 29 años guardado. ¿Se sufre por no poder mostrarlo todo?
-No, porque en los depósitos hay obra de todo tipo que pensamos que es menos representativa de los periodos históricos y está almacenada para investigación, pero no se expone porque no va a aportar más. No hay descubrimientos, todo es conocido, pero sí hay exposiciones rotativas, que permiten a una pieza que lo merece salir, estar seis meses o un año, algo que también se justifica por cuestiones preventivas, puesto que, por ejemplo, las obras en papel deben guardarse porque se fatigan. Pero lo interesante se expone, lo relevante, lo representativo, está. Además, cualquier investigador puede pedirnos ver algo y tenemos la obligación de enseñarlo. No podemos negar el acceso a un centro público a nadie.
«En Asturias no hacen falta tantos museos. Es mejor tener cuatro importantes que 400»
-Yo creo que sí. Hay tantos que, a veces, hasta nos sorprende descubrir uno nuevo. Es curioso que la misma gente que critica los museos es la que quiere que haya uno en cada pueblo. No hacen falta tantos. Es mejor tener cuatro museos importantes, bien potentes y que lleguen más allá de las lindes de Asturias, que 400.
-Nunca creí en ese proyecto. La ubicación no es la adecuada. Eso se podría haber hecho de otra manera y mejor.
-Estamos también a la cabeza, somos una región donde hay muy buenos artistas. En el arte contemporáneo, hoy conviven muchos movimientos, tendencias, y en Asturias las tenemos representadas todas. Hay gente que trabaja la abstracción geométrica, la figuración, están tocadas todas las teclas. Tenemos una buena cantera de artistas en la región y eso es un activo de la cultura y del museo, porque es un poco su casa.
-Es un puente del museo con la sociedad civil importantísimo. Ronda los 700 socios y es un apoyo para nuestras actividades. Ese tipo de asociaciones, bien llevadas, son una garantía para la dinamización del museo. No podemos crear aquí una burbuja, hay que estar en permanente conexión con la sociedad en todos los niveles y en todos sus grupos sociales. También en los de edad, puesto que, por ejemplo, uno de los talones de Aquiles de los museos es el público adolescente.
-¿Cómo es el día a día de un conservador?
-Se dedica a gestionar e investigar la colección. Siempre hay que echar vistazos generales a la obra que está expuesta, para que todo esté en orden y no haya ninguna alteración. También vamos a los depósitos para supervisar y hacer revisiones de los estados de conservación de las obras. Hay un montón de gestiones a realizar: revisar catálogos, estar al día en actualizaciones científicas de nuevos datos que van surgiendo, hay que estar en contacto con otros museos que tienen obras de nuestros mismos periodos...
-¿Qué supone que por fin se afronte la última fase de la ampliación del Bellas Artes?
-Es un alivio importantísimo para trabajar mejor y ofrecer mejores servicios al visitante. Vamos a tener depósitos en condiciones y bien equipados, ahora tenemos uno externo. Los depósitos son almacenes especializados donde debe haber un orden estricto y condiciones de conservación muy controladas. Cualquier obra de arte que se quiera ver tiene que aparecer en minutos.
-¿Usted va a estar más tranquilo cuando esté listo?
-Claro. Porque las obras van a estar mejor conservadas, los depósitos están climatizados. Pero hay más ventajas: vamos a disponer de un muelle de carga para ese intercambio de obras y eso nos permite protocolos que hacen que la obra sufra menos. Ganamos mucho cuando una obra viaja, porque nos aporta conocimiento. Si va a otro país con sus hermanas, la conocemos mejor. Y aquí lo mismo: cuando llega una obra de fuera, nos da nuevas perspectivas. También va a haber un departamento de restauración más amplio y mejor equipado. La accesibilidad de las pinturas grandes a esa área de trabajo va a resultar mucho más cómoda y segura, porque vamos a disponer de un montacargas, que ahora no tenemos. Podemos subir cualquier obra de gran tamaño sin riesgos para que se pueda analizar e intervenir. Y también está la cafetería, que va a ser un atractivo de primer orden en Oviedo.
-¿Sufre con las obras y lo que puedan afectar a las piezas?
-Nos preocupan, sobre todo, las vibraciones en los muros colindantes. Estamos intentando establecer ya medidas preventivas y paliativas para que no sufran las obras de arte. Pero, efectivamente, las vibraciones y tener una obra de un edificio entero nos obliga a tomar cautelas. También significa ciertas incomodidades. Va verse afectada la vida del museo, pero vamos a continuar con nuestros programas.
-¿Se conoce el museo suficientemente? ¿Queda mucho público por captar?
-Se ha hecho una labor importante en los últimos cinco años. Su cúspide de visitantes fue 2019, con más de 111.000, pero debería haber más. Lleva una línea ascendente.
-Usted estuvo en el museo hace muchos años, se fue y volvió. ¿Cuál ha sido el cambio?
-Antes era un museo provinciano y ahora es un museo con alcance internacional. Y no es grandonismo asturiano ni exageración. Recientemente, nos pidió la National Gallery de Londres 'Niños corriendo por la playa', de Sorolla, y decir eso ya es decirlo todo. Pero es que ese cuadro viajó a Moscú, Dallas, a un montón de sitios.
-Es un gran conocedor del Apostolado del Greco de este museo, ¿qué le parece el intento de venta de los Selgas de la Inmaculada Concepción a Budapest y la venta del Goya al Prado?
-Le respondo a título personal. Esto no tiene ninguna razón de ser. Lo que hay que procurar es que el patrimonio importante no salga de Asturias y a la vez incorporar patrimonio notable a la región. Este debe ser el objetivo de políticos, intelectuales... de todo el mundo. Porque, de esa forma, vamos a conseguir un territorio mucho más seductor.
-Seguro que haría hueco en la exposición permanente al Goya y el Greco.
-Sería ideal que esas dos obras estuviesen aquí en depósito. ¿Por qué quién gana? Ganamos todos. Habría más turistas.
-¿Qué cree que va a pasar?
-Si se actúa por la vía judicial, yo creo que hay motivos para poner una demanda y debería actuar la Fiscalía. Si los estatutos de la fundación prohíben desmembrar las colecciones, hay que intervenir.
-¿El lugar de esos cuadros debería ser el Bellas Artes?
-El lugar es la Fundación en Cudillero. La gente iba allí a verlos, eran sus atractivos junto a la Quinta y los jardines. Las obras pueden viajar, pero no se puede perder la propiedad. Es como si perdiésemos la Caja de las Ágatas o cualquier otro bien asturiano que está aquí y nos define.
-¿Cuidamos el patrimonio en Asturias?
-Hay mucho que hacer. Se mejoró bastante. La Ley de Patrimonio Cultural ha establecido buenas medidas, pero hay mucho trabajo en campos como la arquitectura, hay edificios en ruina; en la etnografía, con las dolorosas pérdidas en hórreos y paneras, y la arqueología industrial, que hay mucha y está en parte abandonada. Esto requiere grandes inversiones, muchos recursos, pero tenemos que entender el patrimonio como ganancia y no como una pérdida.
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