¿Qué significa la fumata blanca y la fumata negra en la elección del Papa?

El Papa Francisco ha fallecido este lunes a los 88 años de edad apenas 24 horas después de reaparecer por última vez en la Basílica de San Pedro de Roma. Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa latinoamericano y jesuita, dejó un legado de reformas y cercanía con los fieles. Ahora, la atención se centra en la Capilla Sixtina, donde los cardenales se reunirán para elegir a su sucesor.

La Iglesia Católica tiene que activar ahora el minucioso protocolo para proclamar al nuevo sumo pontífice. Y en esta cuestión, tradicionalmente se utilizaba el apoyo popular del clero y los fieles hasta el siglo XI, sin embargo, la falta de consenso social dio lugar a elecciones controvertidas. En 1059 el papa Nicolás II promulgó un decreto para establecer la elección de los papas en el que establecía el papel de los cardenales obispos como electores. Cuando un el Papa muere o dimite, los miembros del Colegio Cardenalicio tienen la obligación de asistir a la elección. Esta reunión recibe el nombre de cónclave y una vez que el trono papal queda vacante, el cónclave papal oficial comienza entre 15 y 20 días después de la salida del último papa.

Dentro de esta cuestión, además, entra en juego la fumata negra y la fumata blanca, símbolos icónicos del cónclave, que volverán a captar la atención mundial. Estas señales de humo, que emergen de una chimenea instalada en la Capilla Sixtina, informan sobre el progreso de las votaciones. El humo negro, generado por la quema de papeletas con compuestos químicos específicos, indica que no se ha alcanzado un acuerdo. Por otro lado, el humo blanco, producido con una mezcla diferente de sustancias -clorato de potasio, lactosa y colofonia- anuncia que el mundo tiene un nuevo Papa.

El primer día tiene lugar una votación y si no se elige a nadie está establecido un máximo de cuatro votaciones por día y por cada día posterior del cónclave—quemándose después de cada votación las papeletas fallidas—. En el caso de que se produzcan tres días seguidos de fumatas negras, es decir, que no se haya elegido un nuevo papa, los miembros del cónclave se toman un día libre de votaciones para dedicarse a la oración y a la contemplación. En el caso de que ese ciclo de cuatro días se repita siete veces más, se celebra una segunda vuelta entre los dos candidatos que tengan más apoyo.

El cónclave se celebra en estricto aislamiento. Los cardenales menores de 80 años votan en secreto hasta que uno de ellos obtiene al menos dos tercios de los votos. Una vez elegido, el nuevo Papa aparece en el balcón de la Basílica de San Pedro para pronunciar el tradicional 'Habemus Papam' y dar su primera bendición.

Como curiosidad, en el año 2013 se vieron cuatro columnas de humo negro hasta la elección final del papa.

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