«Preocupaba más poder salir de Wuhan que estar o no contagiado»

Tras cinco años como corresponsal en Pekín, el periodista Jaime Santirso (Gijón,1990) se enfrentó hace unas semanas a su cobertura más difícil, el coronavirus. «Por tamaño y por peligrosidad fue mi mayor historia», asegura tras salir de la cuarentena del Gómez Ulla.

–¿Cómo están siendo estos días tras la cuarentena?

–Bien, ha sido la vuelta a casa en el mejor sentido de la palabra. Durante todos estos días estuve instalado en una excepcionalidad constante, y la vuelta a casa ha sido como un proceso de aterrizaje, de vuelta a la normalidad.

–¿Recuerda la primera vez que escuchó hablar del coronavirus?

–La primera noticia salió a mediados de diciembre, era una pieza que hablaba de una neumonía misteriosa que había aparecido en Wuhan. Lo dejamos pasar porque no había mucha información al respecto. El 9 de enero fue la primera vez que informé de ello.

–Y el día 22 viaja a Wuhan...

–Cogí uno de los últimos vuelos que salieron de Pekín. Hasta ese momento había normalidad, pero al llegar al aeropuerto todo el mundo estaba con mascarilla, en el avión íbamos 15 personas... Todo el mundo en el avión era consciente de que íbamos a un sitio peligroso. Y, a la mañana siguiente, me enteré de la cuarentena en Wuhan.

–¿Cómo estaba la gente?

–Durante los primeros días en Wuhan la preocupación se movía a otro ritmo. Ya era visible en la calle. Había muy poca gente, comercios cerrados... Esa situación se fue acrecentando cada día hasta que Wuhan se convirtió en una ciudad desierta.

–¿Los números son reales?

–Ha habido mucho escepticismo con respecto a la realidad de las cifras desde el primer día. Lo cual, tratándose del gobierno chino, es una reacción lógica, porque es autoritario, oscurantista, no hay libertad de prensa... Con ese contexto me parece que el ejercicio de transparencia que han realizado o la cantidad de datos que han ofrecido es sorprendente o no está en línea con tiempos ordinarios. Creo que esos datos son ciertos, lo que no quiere decir que reflejen la totalidad de la situación. Y, si no lo hacen, no es por una voluntad de rebajar la gravedad de la situación, sino por una incapacidad práctica de medir sobre el terreno lo que está sucediendo.

–¿Cómo fueron los días de la cuarentena?

–Muy bien. El sitio era estupendo con condiciones muy cómodas. Yo pasaba el día escribiendo o pensando en qué escribir. Fue más normal de lo que se pueda imaginar.

–A su familia la veía a través del cristal...

–Sí, a través de una puerta con ventana de ojo de buey. Me parecía que no merecía la pena correr el riesgo . En mi caso el riesgo igual era un poco más alto porque yo había estado más por la calle y había entrado en hospitales.

–¿Tuvo miedo en algún momento?

–En situaciones como ésta es imposible no tener miedo, pero el momento crítico para mí fue la salida. Sabíamos que iba a haber controles de salud y que el que no estuviera sano se quedaba. Lo preocupante no era quedarse, era que no existía una alternativa. Te quedabas en tierra tú solo, sin ninguna asistencia, y los hoteles no aceptaban nuevos huéspedes. Era más preocupante salir o no, que estar contagiado, o no.

–¿Volverá a Pekín?

–Sí, mi trabajo y mi vida cotidiana está allí.

–¿Da el coronavirus para escribir un libro?

–Puede ser.