Lucía Feito, psicóloga
«Cuando se rompe la relación de pareja, los hijos pierden algo fundamental: la idea de 'familia tal y como la conocían'»La psicóloga Lucía Feito aborda el 'duelo invisible' que atraviesan los menores ante las separaciones de pareja
Las separaciones y divorcios no solo implican un cambio para la pareja; también suponen un proceso emocional profundo para los hijos. Aunque no siempre lo expresen con palabras, niños y adolescentes atraviesan una especie de 'duelo invisible' que, si no se acompaña, puede dejar huella en su desarrollo emocional.
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¿Por qué hablamos de 'duelo invisible'?
Cuando se rompe la relación de pareja, los hijos pierden algo fundamental: la idea de 'familia tal y como la conocían'. Esta pérdida no es concreta como la muerte de un ser querido, pero sí es real: la rutina cambia, los referentes cambian y la seguridad emocional puede verse sacudida. Al no ser un duelo reconocido socialmente —a menudo se espera que se adapten rápido— sus emociones quedan invisibilizadas.
Cómo pueden manifestar este duelo
Dependiendo de la edad y la etapa evolutiva, los hijos pueden mostrar su dolor de distintas maneras:
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En la infancia: regresiones (mojar la cama, miedo a dormir solos), irritabilidad, aumento de rabietas.
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En preadolescencia: preguntas insistentes sobre el futuro («¿Dónde voy a vivir?», «¿Me dejarán de querer?»), preocupación por los padres.
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En adolescencia: conductas de desafío, aislamiento, tristeza, dificultad para concentrarse, incluso asumir roles de adultos (cuidar al progenitor más vulnerable).
Estas reacciones no son mal comportamiento, sino expresiones del duelo y la inseguridad.
Claves para acompañar a los hijos durante la separación
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1
Hablar claro y con calma. Explicarles, con un lenguaje adaptado a su edad, qué va a pasar (cambios de casa, de colegio, visitas…). Evitar detalles del conflicto de pareja; centrarse en lo que afectará al niño.
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2
Validar sus emociones. Decirles que es normal sentirse tristes, enfadados o confundidos. No intentar minimizar («no pasa nada») sino reconocer («entiendo que estés triste»).
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3
Garantizar seguridad y rutinas. Mantener horarios de sueño, comidas, colegio y actividades ayuda a que sientan que el mundo sigue teniendo orden.
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4
Evitar triangulaciones. No pedirles que tomen partido ni hacer comentarios negativos sobre el otro progenitor delante de ellos.
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5
Cuidar del propio bienestar emocional. Los niños captan el estado emocional de los adultos. Buscar apoyo (amigos, terapia, grupos) ayuda a estar más disponible para ellos.
Separarse sin romper el vínculo familiar
El divorcio no tiene por qué significar una infancia traumática. Lo que más impacta a los hijos no es la ruptura en sí, sino cómo se gestiona: si hay respeto entre los adultos, comunicación clara y coherencia en las normas, los niños pueden atravesar el duelo y salir fortalecidos.
En resumen
Los niños y adolescentes viven las separaciones como un proceso de duelo invisible. Reconocerlo y acompañarlo con empatía, comunicación y estructura les permite adaptarse mejor y mantener un desarrollo emocional saludable.
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