Maternidad en verano: el mito de la madre disponible 24/7
La psicóloga Lucia Feito aborda el agotamiento emocional en la crianza durante las vacaciones de verano
Llega agosto, y muchas madres están agotadas. No es un cansancio cualquiera, es ese cansancio profundo, invisible, que se acumula cuando cuerpo y mente han estado disponibles para otros durante demasiados días seguidos, sin pausas, sin espacios reales de descanso.
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El verano, que a ojos de muchos es sinónimo de relax y disfrute, para muchas mujeres —especialmente para las madres— se convierte en una etapa de cuidado intensivo. Los coles se acaban, las rutinas se desdibujan, las jornadas laborales no siempre permiten conciliar, y la responsabilidad emocional y logística del día a día recae casi en su totalidad sobre ellas.
¿Qué es el mito de la madre disponible 24/7?
Es esa expectativa —cultural, social, a veces también interiorizada— de que una buena madre está siempre, puede con todo, nunca se queja, disfruta cada minuto con sus hijos y encuentra tiempo para hacerlo todo bien.
Es un ideal imposible, pero tremendamente presente. Y más aún en vacaciones, cuando se espera que las madres planifiquen, entretengan, resuelvan conflictos, acompañen emocionalmente… y además estén relajadas y agradecidas por poder hacerlo.
Pero la realidad es otra. La realidad es que muchas madres llegan a agosto con el tanque emocional vacío.
La carga invisible del verano
En verano, el descanso de los niños se convierte muchas veces en la sobrecarga de las madres:
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Coordinan campamentos, comidas, meriendas, excursiones.
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Intentan trabajar mientras suenan dibujos de fondo.
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Sienten culpa por no «aprovechar más el tiempo en familia».
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Se desconectan de sus propias necesidades porque «no es el momento».
Y además, escuchan frases como: «Ya descansarás en septiembre»; «disfrútalo, que crecen muy rápido»; «Tienes que agradecer poder estar con ellos».
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Frases que, aunque bienintencionadas, deslegitiman el malestar y aumentan la soledad.
Lo que no se suele decir: cuidar también cansa
Cuidar implica sostener emocionalmente, regular cuando otros no pueden, contener, estar disponible física y mentalmente. Y eso, aunque lo hagas desde el amor, también agota.
Agota porque implica renunciar, muchas veces, a tus propios espacios de calma, silencio, ocio, o incluso sueño.
Agota porque no es lo mismo estar con tus hijos que estar sosteniéndolo todo.
¿Qué podemos hacer?
No hay recetas mágicas, pero sí pequeños recordatorios importantes:
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No necesitas estar disponible 24 horas al día para ser una buena madre.
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Estás haciendo lo mejor que puedes con los recursos que tienes hoy.
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Pedir ayuda, poner límites o dejar cosas sin hacer no te hace peor madre: te hace humana.
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Tu descanso también importa. Tu salud mental también cuenta.
Quizá no puedas desaparecer una semana en soledad —ojalá sí—, pero tal vez puedas permitirte un rato de paseo sin culpa, una conversación entre adultas, una comida sin interrupciones, o simplemente no hacerlo todo perfecto.
Porque maternar en verano también puede doler.
Y eso no significa que no ames a tus hijos.
Significa que eres humana.
Y eso ya es mucho.
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